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La caída de ventas de los coches diésel, y el ascenso del coche eléctrico, pone en peligro miles de puestos de trabajo en Reino Unido

El mercado británico se está convirtiendo en un ejemplo de los efectos que tendrá la débil apuesta de los fabricantes europeos en el sector del coche eléctrico. Unas marcas centradas en seguir explotando el actual modelo de negocio donde los diésel con los principales protagonistas.

Pero el pasado año las ventas de coches diésel se derrumbaron casi un 20% en las islas británicas. Una dinámica que según los expertos, tendrá continuidad en los próximos años y que tendrá una fuerte repercusión en el empleo.

Un nuevo informe viene a confirmar esto. Según este estudio, la bajada de ventas de los coches diésel, provocado por factores como el escándalo de emisiones de Volkswagen, y también por un incremento de los impuestos, además de las limitaciones de acceso a muchas ciudades y las ayudas a la compra de coches eléctricos, pone en riesgo miles de puestos de trabajo.

Fuentes de dentro de la industria del automóvil británico han indicado: «Se está poniendo al diésel al borde del acantilado. La producción de coches a gasóleo deberían haber sido eliminada y sustituida por eléctricos. Nuestro gobierno ha apretado la soga con un aumento de impuestos en los vehículos diésel, en vez de haberse dado cuenta de que esto no era bueno para los empleados«.

Y no es que hablemos de efectos a medio o largo plazo. Estos ya se están empezando a notar en marcas como Opel, que ha confirmado la reducción de 250 empleos en la planta de Cheshire. Unos recortes motivados por la bajada de demanda de las motorizaciones a gasóleo de modelos como el Astra, y que llegan después de que en 2017 se haya despedido a 400 de los 1.800 empleados que trabajan para el fabricante ahora propiedad del grupo PSA.

Planta de Nissan en Sunderland. La única en Reino Unido que fabrica coches eléctricos

Pero según los expertos,  lo peor está todavía por llegar. Según un reciente informe, la cuota de mercado de las motorizaciones diésel podría pasar del 50% en 2017, al 30% en 2020, y caer hasta apenas el 15% en el 2025. Algo que sin duda tendrá un impacto en una industria anclada a este tipo de motorizaciones y que da trabajo a nada menos que 169.000 personas en Reino Unido.

Otras fuentes indican que el camino a seguir está claro. Apostar por formas de movilidad más sostenibles. Unos cambios que deberían ser liderados por el gobierno central que tendría que poner en marcha iniciativas que ya han sido probadas con éxito en otros muchos mercados, como son las ayudas por enviar al desguace a coches diésel a cambio de la compra de coches eléctricos.

Según el profesor Karel Williams, de la Universidad de Manchester, el sector automovilístico está luchando en tres frentes. «La industria está tratando desesperadamente de mantener el flujo de caja para invertir en nuevos modelos eléctricos, pero tienen tres cosas en contra en el Reino Unido. Primero, la industria ha estado mintiendo sobre las emisiones; segundo, está el problema del descenso de ventas de diésel, que se extiende por toda Europa; tercero, el Brexit. La industria está bastante desesperada. Si juntas estos tres problemas, creo que es inevitable que los empleos se pierdan«.

Otras fuentes ponen el dedo en el verdadero problema, y es que los fabricantes europeos han hecho muchas declaraciones de cara a su mayor implicación en la producción de coches eléctricos, pero no han dado pasos realmente ambiciosos. Están esperando a 2020, cuando entren en vigor las nuevas normativas de emisiones de la UE. Un retraso que supondrá que cuando se decidan a dar el paso, lo hagan en un mercado con mucha más competencia.

Algo que supondrá que la transición será más dura, y además que muchos de esos puestos de trabajo vuelen a lugares donde si se están tomando el serio las nuevas tecnologías, como China, Corea del Sur o Estados Unidos.

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Vía | The Guardian

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