Mientras que en la actualidad los taxistas luchan en las calles contra modelos de negocio como Uber, en la trastienda las tecnológicas preparan en golpe de gracia a un sector centenario. Y lo quieren hacer de la mano de la tecnología de conducción autónoma, en la que están poniendo toda la carne en el asador.
El último ejemplo nos llega de los dos importantes acuerdos firmados por Uber esta pasada semana con el gigante japonés Toyota. Por un lado El fabricante nipón y la tecnológica americana han llegado a un acuerdo para el desarrollo conjunto de tecnologías de conducción autónoma, que estarán destinadas a una flota de taxis sin conductor.
Para ello ambas compañías pondrán de forma conjunta en marcha el programa Autono-MaaS” (movilidad autónoma como servicio). Una flota de Toyota Sienna que contarán con el sistema autónomo de Uber, que se combinará con el propio de Toyota, que además añadirá su plataforma de servicios móviles (MSPF) y la infraestructura de información para coches conectados.
Ambos sistemas monitorizarán el vehículo y sus alrededores de forma independiente y en tiempo real, para de esa forma mejorar los niveles de seguridad para los ocupantes y el vehículo.
Esta pequeña flota comenzará sus trabajos en apenas dos años en las carreteras de Japón, y será el primer experimento de transporte personal en carretera abierta de Toyota con la conducción autónoma y en situaciones reales.
De forma paralela Toyota también ha confirmado la inversión de 500 millones de dólares en la propia Uber. Una inyección que permitirá al gigante norteamericano continuar con su crecimiento internacional donde cada vez tendrá mayor importancia una conducción autónoma que en una primera fase ayudará a reducir el riesgo de accidente, y que a no muy largo plazo sustituirá a los conductores humanos.
Algo en lo que ya está invirtiendo incluso las conservadoras marcas japoneses que hasta ahora han estado en un segundo plano en este pujante sector.
Fuente | Toyota
