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Lluvia de críticas negativas para la propuesta del nuevo Mini E

El pasado martes conocíamos por fin las características y el diseño que tendrá el nuevo Mini eléctrico. Una versión que llegará en 2020 al mercado de la mano de un diseño que se enmarca en el estilo de la marca británica, propiedad de BMW, pero con unas características técnicas que han decepcionado a muchos que esperaban con impaciencia esta nueva propuesta.

Las reacciones han sido principalmente negativas, sobre todo por aspectos como que el diseño no ha sido modernizado, usando el aspecto de un Mini de hace cuatro o cinco años. BMW no ha dejado nada para la imaginación ni tampoco se ha marcado ningún detalle especial que le de un toque diferenciador a la versión eléctrica y que permita diferenciarlo a primera vista.

Pero donde han arreciado las críticas ha sido en el aspecto mecánico. El Mini e usará la plataforma del BMW i3, por lo que era de esperar que al menos montase su mismo sistema. Algo habitual en la industria. Si lo han hecho con el motor, que tendrá unos más que explosivos 135 kW (184 CV) que sin duda le situarán en la parte más alta en cuanto a aceleración dentro de la gama Mini.

Pero la batería ha sido la gran decepción. Un pack de 32.6 kWh (entendemos que capacidad bruta que es la que suele publicar BMW) que le proporcionan unos más que optimistas 270 kilómetros de autonomía WLTP, que seguramente se queden en torno a los 200 kilómetros reales. Y eso por supuesto con una conducción eficiente. Algo que se anticipa complicado a la vista de la potencia de su motor.

Y es que hay aspectos en los que muchos indican que el proyecto del Mini e parece una iniciativa improvisada. Para BMW, el consuelo podría ser que no todo el mundo necesita 400 o 500 kilómetros de autonomía en su día a día. El problema es que no sólo es la cuestión de la batería, que podría justificarse como una medida para ahorrar peso y ofrecer un vehículo más ágil y eficiente. La cuestión es que a pesar de llevar un pack relativamente pequeño, el Mini eléctrico contará con uno de los maleteros más pequeños de su segmento, con apenas 211 litros. Casi un 40% menos que un Renault ZOE, o un 20% menos que el propio BMW i3. Por lo tanto los clientes tendrán que contar con unos recorridos diarios cortos, pero también necesitar muy poco espacio en la zona de carga.

Las críticas además llegan de forma mayoritaria desde Norteamérica, que supone el 30% del mercado de BMW. Allí la prensa ha acogido con mucha frialdad la propuesta de Mini, al que catalogan como un vehículo competitivo, «si fuese lanzado hace cuatro o cinco años». Pero desfasado en 2019 o 2020.

Esto para algunos medios ha podido suponer la puntilla al actual director ejecutivo de la marca alemana, Harald Krueger, que ha perdido la confianza del consejo y que será reemplazado al finalizar su contrato. Un cambio inesperado que se produce según Bloomberg, por su tibia política en cuanto al coche eléctrico, con errores como la dilatación del lanzamiento de su primer coche eléctrico de amplia autonomía hasta 2021 (el BMW i4) que provocó la salida de buena parte del equipo que en su momento diseñó el i3 hacía otros proyectos.

Un Mini eléctrico que llegará al mercado casi sin posibilidades, ya que además su producción se realizará en Reino Unido. Algo que supondrá que a su propuesta poco ambiciosa, podría sumar un Brexit duro que aumentará el coste de su exportación a Europa.

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