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¿Tiene sentido convertir un vehículo clásico en un coche eléctrico?

La preocupación de las autoridades y de la población por la contaminación y el cambio climático ha aumentado notablemente en los últimos tiempos. Debido a la situación insostenible que se vive actualmente, se han comenzado a tomar medidas antes de que sea demasiado tarde, entre las cuales se incluyen restricciones a los vehículos más contaminantes y la promoción de medios de transporte sostenibles como el coche eléctrico.

Sin embargo, han sido muchas las personas que no han visto con buenos ojos que muchas ciudades hayan comenzado a restringir la circulación de los coches más antiguos y contaminantes. Uno de los colectivos más afectados ha sido sin duda el de los propietarios de vehículos clásicos, que han visto como sus coches ya no pueden acceder a numerosas partes de las grandes urbes europeas.

A raíz de este problema, numerosas asociaciones se han puesto en contacto con los órganos de gobierno pertinentes para pedir una regulación especial para los coches clásicos, esgrimiendo como argumentos que apenas suponen un porcentaje ínfimo del total del parque móvil, que forman parte del patrimonio del país, y que son un tipo de vehículo que se utiliza muy de vez en cuando y que realiza muchos menos kilómetros al año que un coche normal.

Ante esta situación, algunos particulares e incluso ciertas empresas han decidido ofrecer una solución: la conversión de vehículos clásicos en coches eléctricos. Este tipo de conversiones, relativamente populares en Estados Unidos, permiten aunar la carrocería clásica de un vehículo antiguo con un motor eléctrico y una batería que sustituyen al viejo tren motriz térmico.

¿Tienen futuro este tipo de conversiones? En ciertos casos sí, pues en vehículos turísticos (los Trabant que realizan tours en Berlín o los Citroën 2CV de «4 roues sous 1 parapluie» en París), en competiciones de aceleración (en Estados Unidos es muy común utilizar coches clásicos modificados en este tipo de carreras) o en unidades de uso diario será la solución ideal.

Sin embargo, es poco probable que a corto y medio plazo esta opción vaya interesar a la mayoría de propietarios particulares de un coche clásico, pues al ser piezas de colección, modificar elementos mecánicos no es algo bien visto, ya que en la mayoría de ocasiones se intenta mantenerlos lo más próximos que sea posible a su estado original. Por lo tanto, parece claro que los gobiernos deben centrarse en legislar para que la mayor parte de los coches de uso diario, que son modernos, sean sustituidos por eléctricos, ya que el diminuto porcentaje de vehículos clásicos en circulación a grandes rasgos no afectará en la lucha contra el cambio climático.

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