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¿Qué tengo que saber antes de comprar un coche eléctrico de segunda mano?

Está claro que la movilidad avanza hacia la electrificación. Sin embargo, en la actualidad una de las principales barreras para comprar un coche eléctrico es su precio. Por eso, los modelos de segunda mano pueden ser una opción para aquellos que buscan desplazarse de forma más limpia, pero no quieren o no pueden desembolsar grandes cantidades de dinero.

Hasta hace pocos años, adquirir un vehículo eléctrico usado era misión imposible. Ahora que ya los primeros modelos vendidos con esta mecánica gozan de unos diez años, en el mercado de ocasión pueden encontrarse verdaderas gangas.

No obstante, dadas sus características, estos modelos tienen ciertas peculiaridades que los diferencian de los automóviles de combustión usados. Por lo general, sí es buena idea comprar un coche eléctrico usado. Pero hay que tener en cuenta varios aspectos a la hora de elegir. Sobre todo temas relacionados con las baterías.

Al igual que la de un teléfono, la batería de un eléctrico se degrada con el tiempo. Esta circunstancia reducirá la autonomía total del coche. Según la empresa canadiense de localización y gestión de flotas Geotab, de media, cada año que está en circulación un coche eléctrico pierde un 2,3% de capacidad de batería. De esta manera, si tenía una autonomía de 240 kilómetros cuando era nuevo, perdería unos 27 kilómetros de autonomía después de cinco años de uso.

Diferencia entre marcas y modelos

ID.3 de Volkswagen.
ID.3 de Volkswagen.

Evidentemente, la cifra exacta varía según la marca, el modelo y el uso que se le ha dado al automóvil. Los estudios de Geotab indican que la utilización frecuente de cargadores rápidos y la conducción en climas cálidos pueden aumentar, aunque levemente, la degradación de la batería.

No obstante, a medida que la tecnología de la batería mejora y las capacidades aumentan, la degradación de la misma se vuelve un problema menor. Los coches actuales disponen de más de 400 kilómetros de autonomía, por lo que su desgaste normal por el paso del tiempo no debería ser un factor decisivo en los modelos usados. Esto es algo que hay que tener en cuenta. Si el modelo que se pretende comprar tiene demasiados años y ya no tenía mucha autonomía en el momento de su lanzamiento, quizá en la actualidad no sea la mejor compra.

Depreciación y coste

La autonomía de la que disponga el vehículo eléctrico usado marcará en buena medida su precio. Esto es algo que no ocurría en los coches de combustión, ya que el repostaje nunca supuso un problema para los ciudadanos.

Según un informe de iSeeCars, un buscador de vehículos online, los modelos eléctricos se deprecian más rápido que la media de los coches convencionales. Solo Tesla va algo en contra de esa tendencia. Por ejemplo, mientras que un BMW i3 perderá un 60% de su valor en tres años, el Tesla Model 3 solo perderá un 10% del mismo en el mismo tiempo. Sin embargo, otro estudio, en este caso elaborado por la plataforma de venta de coches Carwow, asegura que el vehículo eléctrico mantiene durante más tiempo su valor que el coche de gasolina o de diésel. Algo que nos indica que de momento no está muy claro el tema y que hay muchos factores que pueden hacer cambiar la balanza de lado.

En otro orden de cosas, una de las razones por las que compensa comprar un coche eléctrico usado es por el ahorro en su mantenimiento. Los conductores pueden dejar de gastar hasta un 50% en el taller durante la vida útil de sus vehículos.

Pero hay que tener en cuenta otros factores antes de adquirir un coche usado eléctrico u optar por uno nuevo, como son las ayudas estatales. En la actualidad, en España el Gobierno ofrece hasta 7.000 euros a los particulares que opten por hacerse con un coche ‘cero emisiones’. Si no achatarran un vehículo antiguo, la subvención baja a los 4.500 euros. Esta es una cuantía a valorar, ya que los modelos de segunda mano no disponen de estas ayudas.

Añadir consejos que no suelen aparecer en estos estudios antes de lanzarse a la compra de un coche eléctrico usado, como el básico de hacer una prueba de autonomía real del vehículo. Y es que como hemos visto en varias ocasiones, el marcador no es una fuente fiable ya que puede ser modificado fácilmente sin necesidad de acudir a acciones ilegales. Por ejemplo, reseteando el ordenador de abordo o conducir de forma extremadamente eficiente unos pocos kilómetros para hacer pensar al ordenador que las condiciones son óptimas.

No necesitamos hacer un test de toda la autonomía, sino hacer un recorrido de al menos 10 o 20 kilómetros, y ver como de rápido baja la autonomía que en ese tiempo tendrá que haberse estabilizado a cifras reales. Por supuesto, lo ideal sería pedir un diagnóstico al taller, para ver el estado real de la batería.

La conclusión es que la compra de un coche eléctrico de segunda mano es una excelente oportunidad para dar el salto a la movilidad eléctrica con un coste contenido, pero donde tenemos que tener en cuenta estos consejos básicos para evitar una mala experiencia.

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