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Los altos precios del combustible reducen las ventas, se prevén cierres de gasolineras que están vendiendo a pérdida

Se suele decir que la demanda de combustible es inelástica, y que el consumidor tiende a seguir consumiéndolo suba o baje de precio. Precios en máximos históricos ponen en duda esa afirmación. Como dictan las leyes elementales de la economía, la demanda baja si suben los precios. A partir de cierto punto, se puede llegar a vender a pérdida, lo cual ya sucede en gasolineras de España.

Los combustibles que más rotación tienen en los depósitos de las estaciones de servicio son la gasolina de 95 octanos (E5) y el gasóleo normal (B7). Dada la enorme volatilidad de los precios del barril de petróleo, las gasolineras están viendo cómo los pedidos de combustible cambian mucho de un día a otro. Nacho Rabadán, director general de la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES), lo ha explicado a La Razón.

Este problema puede tener como consecuencia que el gasóleo supere a la gasolina, dependiendo de la rotación de producto, o que haya que actualizar precios a lo largo del día. Si los márgenes de venta son muy justos se puede llegar a vender a pérdida, aunque los precios sean altísimos desde la óptica del consumidor.

De todos los componentes del precio de los combustibles, las propias gasolineras son las menos culpables. Prácticamente la mitad de lo que se paga por litro son impuestos, parte fija (IVMDH IEH) y parte variable (IVA). La otra mitad se divide entre el coste de la materia prima -barril de petróleo refinado-, los costes de logística y comercialización, y ya al final, el margen bruto mayorista.

Cuantos menos litros vende una gasolinera, menos factura. Todos hemos visto colas en gasolineras de bajo coste y lo contrario, que gasolineras abanderadas con precios por encima de 2 euros por litro no presenten problemas de alta ocupación. Respecto al mismo periodo del año pasado, algunas gasolineras venden un 15% a 20% menos, por lo que facturan mucho menos de lo normal.

Aquellas gasolineras que estén vendiendo a pérdida tienen dos opciones, o aguantan o cierran. Y como ha explicado Nacho Rabadán, algunas pueden cerrar definitivamente. No hay una solución fácil ni rápida a esta problema, porque para inmunizarse de la volatilidad de precios tienen que inflar su margen, y eso espanta aún más al consumidor. Aquí entra el concepto de destrucción de demanda.

Ruan Lance, consejero delegado de la petrolera ConocoPhilips, habló de ello la semana pasada en Bloomberg. Los altos precios reducen la demanda -o la destruyen-, producen cambios de hábitos en el consumidor tales como conducir menos, o reducir el consumo de combustible todo lo que puedan. Son reacciones lógicas dado que llenar un depósito es más caro que nunca -y eso el que puede permitírselo-.

Frente a los que abogan por seguir aumentando la carga fiscal de los combustibles para financiar políticas verdes y sostenibles, otros dicen que hay que suprimir temporalmente parte de los impuestos al combustible -ya se ha hecho con la electricidad- para aliviar la presión en los bolsillos de los consumidores, lo cual se convertiría también en un alivio para los empresarios.

Sí, se puede hacer; Francia ha anunciado una rebaja de 15 céntimos por litro durante cuatro meses, pero a partir de abril

A fin de cuentas, al Estado y las CCAA les ha caído una recaudación extra del cielo a cuenta de la inflación, porque si aumenta la base imponible también aumenta el IVA que se recauda por ello. Desde septiembre de 2012 la gasolina y el gasóleo -sometidos al tipo general- tributan al 21%. Ídem para cualquier otro combustible que se venda a clientes finales, claro…

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