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El crac de las criptomonedas debería ser un recordatorio para la industria del automóvil, son demasiado volátiles

Si hay algo que ha caracterizado a la industria del automóvil desde su más tierna infancia, es el preferir entornos económicos estables. Sus movimientos son como los de un transatlántico, tardan en llegar aunque se vire todo a estribor o a babor. Desde que un diseñador hace un garabato en un papel hasta que llega a un coche a las manos de su dueño pasan años. Desde los años 70 también aprecian que las reglas del juevo (normativas) estén claras, tengan tiempo para adaptarse, y puedan tener estrategias.

Puede que hoy hayas desayunado tan tranquilamente ajeno al derrumbe que han experimentado diversas criptomonedas, mientras algunos neoexpertos en finanzas se han tirado tanto de los pelos que están como Homer Simpson. El desplome del «criptochiringuito» Terra Luna/USD Terra ha arrastrado a diversas criptodivisas a fuertes descensos en su cotización en cuestión de horas. Si es que a quién se le ocurre invertir en algo llamado Terra

La criptodivisa por excelencia, Bitcoin, ya ha perdido todo lo ganado en un año. Y estaría bien recordar qué pasó hace un año. En febrero de 2021, Tesla admitió haber comprado 1.500 millones de dólares en Bitcoins a modo de experimento. Después Tesla dijo que había vendido el 10% de ese monto para comprobar su liquidez, beneficiándose del rebote que pegó el BTC por el «respaldo» de Tesla. La automovilística ganó millones de dólares sin hacer nada productivo.

Después, en mayo, tío Elon Musk le dio un sopapo al prestigio de las criptomonedas aludiendo preocupaciones medioambientales. La obtención de una nueva criptomoneda, dada una masa monetaria fija, se obtiene con fuerza bruta de cálculos informáticos, con un nada despreciable consumo de energía.

Haciendo una burda simplificación, es como soltar a una persona con los ojos vendados dentro de una nave industrial gigantesca para que atine a la piñata con un palo (si se le da el tiempo suficiente, la acabará encontrando) mientras cobra un buen sueldo por ello.

El BTC pasó de valer unos 50.000 dólares a perder todo lo ganado en 2021 solo por ese tuit. No obstante, el sudafricano explicó que Tesla y SpaceX le ven futuro a las criptomonedas, especialmente las que tienen menor impacto ambiental -pese a que no se acuñan con metales-. En noviembre de 2021 la burbuja del Bitcoin llegó a 70.000 dólares, y actualmente está por debajo de los 28.000 dólares.

Basta con ver que un gráfico de cotización de criptomonedas se parece más a una montaña rusa o las curvas de una supermodelo que a las aguas de un estanque. ¿Qué prefiere la industria del automóvil? Lo segundo, un entorno estable. Las diferentes monedas del mundo, especialmente en países desarrollados, son infinitamente más estables que las criptomonedas, ya que estas últimas no se sostienen con nada tangible.

Echemos un vistazo a las cotizaciones en CoinMarketCap, y esto solo en 2022. Tras el picotazo de abril, los más listos empezaron a soltar lastre, pero el desplome reciente es más que significativo:

No solo están palmando pasta a espuertas los criptobros, criptogurús y otros neoexpertos en finanzas, también aquellas empresas que hayan apostado por criptomonedas como alternativa al efectivo (la pérdida real es al vender). Los que se lo han llevado calentito en el mejor momento respirarán bastante aliviados hoy.

La Reserva Federal (FED) de Estados Unidos decidió en marzo echar el freno a la economía elevando los tipos de interés en 0,25 puntos. El Banco Central Europeo (BCE) ya amaga con subir los tipos de interés en Europa -desde 2016 al 0%- en julio

Este movimiento produce una onda expansiva que afecta a las estrategias de inversión, y las inversiones de mayor riesgo son las primeras en espantar al personal bien informado. El entorno económico actual es de enorme incertidumbre: una pandema que no termina de arreciar, guerra en Europa, crisis energética, crisis de suministros, crisis de materias primas, especulación por doquier, inflación récord…

No es ninguna casualidad que en este entorno haya un lucrativo negocio con determinados coches eléctricos, las primeras ediciones de algunos modelos de nuevo cuño tienen revaloraciones de más del doble, y mientras las fábricas no saquen todo lo que pueden sacar, la burbuja sigue. Bastantes incertidumbres hay en la industria del automóvil como para fiarse de activos tan volátiles, impredecibles e inestables como las criptomonedas.

En economía pocas cosas son estables como las aguas de un estanque, pero desde luego no parece la mejor idea arriesgar elevadas sumas de dinero en algo que en solo seis meses puede perder la mitad de su valor, salvo que sean cantidades que sobren y no tener ninguna prisa. Algunas cosas en economía ya están dichas: el que quiera ganar dinero rápido incurre en riesgos mucho más altos, pudiendo perder la totalidad de lo invertido. Y si le funciona, seguramente tiene que ver con que otros pierdan su dinero.

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