La eurocámara ha respaldado el borrador de objetivo de implantación de puntos de recarga para coches eléctricos y demás vehículos limpios como parte del paquete de medidas «Fit for 55 in 2030». La votación ha sido mayoritariamente positiva, con 485 votos a favor, 65 en contra, y 80 abstenciones. A partir de ahora, el Parlamento Europeo tiene que negociar con cada Estado miembro.
El actual objetivo es de puntos de recarga cada 60 kilómetros en las rutas principales por carretera en 2026. También habrá que colocar al menos dos cargadores de alta potencia en las rutas TEN-T para el transporte pesado en 2028, en vez de en 2031, y en cuanto a surtidores de hidrógeno, al menos uno cada 100 kilómetros y para 2028 también.
Estos son los objetivos mínimos a cumplir, salvo en zonas poco habitadas o en islas. Cada Estado miembro tiene que realizar una planificación para cumplir el objetivo comunitario, y dicha planificación tiene que presentarse en 2024. Luego habría otros dos años para llevarla a cabo. Mientras tanto, la iniciativa privada continúa desplegando puntos de recarga por Europa de acuerdo a sus propios criterios.
Pero hay más, y es que tiene que facilitarse en extremo todo el proceso de la recarga, transparencia en precios e incluso métodos de pago simplificado. De esta forma se quieren eliminar todos los problemas que tienen la actual red de recarga, que son la interoperabilidad entre distintas empresas -no siempre hay un acuerdo entre partes-, no saber el precio del kWh o el kilogramo de hidrógeno, y procesos de pago que, la primera vez, son un e-suplicio.
Así, en 2027, habrá una base de datos centralizada y continuamente actualizada con la disponibilidad de los puntos de recarga y repostaje de combustibles alternativos, los tiempos de espera que pueda haber, así como los precios, y a nivel europeo. Dicha información será accesible para que los consumidores la conozcan a través de aplicaciones móviles o de los sistemas de infoentretenimiento.
Estos objetivos se alinean con la obsesión comunitaria para efectuar una transición rápida hacia la electromovilidad y de cero emisiones para que el sector del transporte afecte al medio ambiente en 2030 menos de la mitad (-55%) de lo que hacía en 1990, en lo relativo a gases de efecto invernadero. Los europeos podrán hacer viajes con coches eléctricos de forma mucho más sencilla, lo cual, evidentemente, facilitará este despliegue.
Fuente | Parlamento Europeo
