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Cómo la avaricia de los fabricantes está provocando una lenta expansión del coche eléctrico

Europa y Canadá comparten dos visiones muy parecidas de la necesidad de transformar el sector del automóvil hacia formas más sostenibles. Entre ellas está el coche eléctrico. Pero un estudio presentado por un grupo de activistas climáticos ha desvelado una incómoda verdad. El actual sistema beneficia principalmente a los fabricantes, que ingresan ingentes cantidades de dinero de las ayudas públicas, con los que subsidian las ventas de los coches con motor de combustión.

El informe publicado por el grupo Environmental Defence, indica que la mejor forma de lograr alcanzar los objetivos de implantación de coches eléctricos, y los de reducción de emisiones, es exigir a los fabricantes de automóviles que cumplan con el objetivo climático de que el 100% de las ventas de coches sean eléctricos para 2035. Un plazo que comparten tanto Europa como Canadá mediante su plan federal de reducción de emisiones (ERP).

Una de las consecuencias de este proyecto de lograrse, es que el precio de los coches eléctricos bajaría un 20%. Algo que el informe indica que se produciría porque los fabricantes de automóviles tendrían poner modelos asequibles en el mercado en lugar de centrarse solo en modelos de lujo y de mayor margen.

Pero frente a este reto, los fabricantes están trabajando duro para lograr reducir los objetivos de implantación. A través de modelos económicos, el estudio compara las recomendaciones de los lobbies de la industria del automóvil y grupos climáticos para analizar los diferentes resultados de las políticas propuestas para gestionar la transición de mercados como Canadá a los vehículos eléctricos. El resultado es realmente preocupante ya que según estos modelos teóricos, en 2035 las ventas de coches eléctricos representarían sólo el 39% de las ventas.

Más ayudas, ¿para más beneficios?

Curiosamente desde los lobbies del automóvil canadiense han estado presionando al gobierno para triplicar las ayudas públicas a la compra de coches eléctricos. Estas pasarían de los actuales 5.000 dólares a los 15.000 dólares.

La pregunta es, por qué la industria por un lado presiona para reducir los objetivos de emisiones, y por el otro lo hace para aumentar las ayudas a los coches eléctricos. La respuesta para los expertos de los grupos ambientalistas Environmental Defense y Équiterre es claro. Los fabricantes captarán directamente una buena parte de estas ayudas.

Según sus estimaciones, la cifra llega al 18%. Dinero que debería ir a los usuarios, pero que termina en el bolsillo de los grandes grupos. Al aumentar los márgenes de los precios de los coches eléctricos, los fabricantes utilizan los fondos públicos captados para subsidiar la venta de unos coches diésel o gasolina que han visto incrementado su precio por la falta de componentes.

De persistir en esta estrategia, el informe indica que solo en Canadá, el coste para las arcas públicas hasta 2035 será de 54.000 millones de dólares, de los cuales al menos 10.000 millones acabarán en manos de los fabricantes. Y aún así, se no cumplirán los objetivos de ventas porque parte del dinero se usará de fora indirecta para bajar el precio de los coches con motor de combustión una media de 2.300 dólares por unidad.

La conclusión es que como suele suceder, los subsidios directos no son la mejor forma de incentivar las ventas de unos coches que se han convertido en pieza fundamental de los diferentes gobiernos para alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones.

Solamente con una acción regulatoria exigente, con objetivos claros y definidos, como la prohibición de ventas a partir de 2035, servirá para que las marcas den un paso adelante ofreciendo productos competitivos, y no solamente productos con altos márgenes que les permitan cumplir sus objetivos económicos anuales.

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