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Turquía impone unos aranceles del 40% a los coches eléctricos fabricados en China. ¿Debería seguir su ejemplo Europa?

La industria automotriz china está en plena expansión internacional. Tras años a la sombra de los grupos coreanos, estadounidenses, europeos y japoneses, el gigante asiático está aprovechando el auge de la movilidad eléctrica como trampolín para introducirse en nuevos mercados de gran interés estratégico como Australia, India o la propia Europa.

La histórica ventaja de las marcas tradicionales en el desarrollo de motores de combustión interna no existe con los coches eléctricos, pues todos los jugadores parten del mismo punto. Conscientes de ello, las autoridades chinas llevan años apoyando financieramente a los fabricantes de vehículos eléctricos y baterías autóctonos, una estrategia que ya está comenzando a dar sus frutos.

Si a esto le unimos los bajos costes laborales del país, tenemos como resultado el caldo de cultivo perfecto para crear una industria fuerte y tecnológicamente avanzada capaz de tomar por asalto otras regiones. Por este motivo, algunas voces del sector están pidiendo medidas a la Unión Europea para proteger a las compañías del viejo continente.

«Si hay algo que temer es el declive del mundo occidental. Necesitamos trabajar de manera más eficiente para vencer a los chinos no solo en tecnología sino también en calidad, precio, servicio… Ese es el problema principal que tenemos delante», declaraba recientemente Carlos Tavares, director ejecutivo del poderoso grupo Stellantis.

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Europa está en desventaja frente a China

«El mercado europeo está completamente abierto a los chinos y no sabemos si su estrategia es ganar cuota de mercado con pérdidas y aumentar su precio más tarde. El presidente Macron [Francia] entiende esto, pero tiene que haber un frente más grande [la Unión Europea] para decir que damos la bienvenida a los chinos en Europa, pero solo si compiten con nosotros bajo las mismas reglas».

Turquía se ha adelantado a Bruselas y ya ha tomado cartas en el asunto con el objetivo de defender su industria de la competencia china, pues acaba de anunciar que impondrá unos aranceles del 40% a los vehículos eléctricos fabricados en dicho país. Esta medida entrará en vigor justo antes de que la firma nacional Togg comience la producción de su primer modelo eléctrico.

¿Debería seguir la Unión Europea el ejemplo de Turquía y adoptar medidas proteccionistas? Lo cierto es que, a pesar de que países como Alemania (cuyos fabricantes tienen mucho peso en China) por el momento se muestran reacios, todo parece indicar que este será el único camino para proteger la industria local y los actuales niveles empleo.

Fuente | Bloomberg

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