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Los cementerios de coches eléctricos se disparan en China

Hace unas semanas podíamos ver las virales imágenes de un gigantesco cementerio de coches eléctricos, donde miles de unidades se amontonaban sin vistas de encontrar un nuevo uso. Una preocupación por el despilfarro económico y ambiental que esto supone y que no solo no se ha detenido, sino que las «fosas comunes» de este tipo de vehículos siguen proliferando por toda China.

Así lo indica un informe de Bloomberg, que pone sobre la mesa un problema que tiene su origen en unas ventas o producción que se realizaron al calor de las fuertes ayudas públicas del gobierno chino. Estas buscaban aumentar la producción de coches eléctricos de primera generación. Pero estos pronto se quedaron obsoletos.

Y es que la mayor parte de estos vehículos, son modelos con apenas 100 o 150 kilómetros de autonomía. Además, no cuentan con el equipamiento tecnológico y las opciones que traen unos coches más modernos que les duplican en autonomía. El resultado, carne de cañón.

Los cementerios de coches eléctricos de China

Otro de los factores que ha provocado que decenas de miles de coches eléctricos hayan terminado en estos cementerios está en la quiebra de decenas de empresas que se lanzaron al aparentemente ilimitado sector del car sharing. Un negocio que implosionó tan rápido como explosionó, y que se llevó por delante un elevado número de empresas que no lograron hacerse un hueco en un mercado más limitado de lo esperado.

Unos sistemas de alquiler a corto plazo que buscaban principalmente coches sencillos y económicos. Modelos que ahora tienen muy complicado regresar al mercado, tanto por la dificultad impuesta por la desaparición de las empresas propietarias, como por la cuestión de diseño o características técnicas.

Según Bloomberg «Estos coches son una representación sorprendente del exceso y el desperdicio que puede ocurrir cuando el capital inunda una industria floreciente, y quizás también un monumento extraño al progreso sísmico en el transporte eléctrico en los últimos años.»

A pesar de que algunos fabricantes, como Geely, sí han respondido a las críticas de este desperdicio, la realidad es que lejos de detenerse, este fenómeno de los cementerios de coches eléctricos ha seguido creciendo en al menos media docena de ciudades en China.

En estas fosas comunes, los coches están aparcados sin que nadie los cuide, atienda o incluso los conduzca, lo que significa que la naturaleza se abre paso. Según las informaciones, la maleza se está comiendo a estos coches que ven crecer plantas por el motor y el interior.

La buena noticia es que este tipo de sucesos está comenzando a elevar el debate de cómo deberíamos afrontar estas situaciones.

Y es que estos coches, por muy obsoletos que se hayan quedado, cuentan con unas baterías llenas de materiales muy valiosos que pueden dar forma a nuevas baterías más capaces. Componentes que requieren un gran esfuerzo ambiental en su extracción y procesado, que pueden llegar a ser tóxicos si no son tratados adecuadamente.

Una política de abandono que tiene otra consecuencia, y es que el balance ambiental de los coches eléctricos desaparece totalmente. Algo que puede tener sus consecuencias también desde el punto de vista publicitario. Algo que puede afectar a la expansión de todo el sector.

Ejemplo que nos puede mostrar el futuro en occidente, donde los gobiernos deberían poner en marcha las medidas necesarias para facilitar y acelerar el reciclaje de los coches eléctricos que vayan terminando su vida útil, con una legislación que evite vacíos legales que favorezcan el despilfarro de estos valiosos componentes.

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