
Si Europa renuncia a 2035, Macron advierte de la muerte de las fábricas de baterías para coches eléctricos
Emmanuel Macron ha alertado del peligro que corre Europa de perder sus fábricas de baterías si no se cumple la prohibición del motor de combustión en 2035. El presidente francés considera que dar marcha atrás equivaldría a deshacer todo lo que se ha construido.

La Unión Europea (UE) lleva semanas en conversaciones con todos los actores implicados en la industria del automóvil. ¿Con qué objetivo? Determinar si es aconsejable mantener la prohibición de 2035 o no. Una prohibición que, de mantenerse, aniquilará por completo cualquier motor de combustión en los coches nuevos a partir de esa fecha.
Desde que dicha normativa se aprobase meses atrás, han sido muchos países, fabricantes y políticos los que han criticado la medida y alertado de las consecuencias nefastas que ello podría tener en la industria.
Pero, de igual modo, no son pocos quienes la defienden y consideran el único camino a seguir para descarbonizar el transporte y colocar a Europa en el camino correcto de cara a su futuro industrial. Francia es uno de esos países y, a pocos días de que la UE comunique su veredicto (veremos si final o no), su presidente lo ha vuelto a dejar claro una vez más.
Las fábricas de baterías, en peligro
En esta ocasión, Emmanuel Macron ha incidido en un aspecto concreto del proceso de electrificación asociado al coche cero emisiones: las fábricas de baterías que en los últimos años han proliferado en el territorio de la UE.
«Si mañana abandonamos el objetivo de 2035, se acabaron las fábricas de baterías eléctricas europeas», ha alertado en unas declaraciones recogidas por la Agencia AFP, afirmando que el mismo ha propiciado que se produzcan inversiones millonarias. Macron también ha señalado que, cuando llegó a la presidencia de Francia ocho años atrás, «no había ni una sola fábrica de baterías en Europa» y que renunciar a la prohibición de 2035 equivaldría a «deshacer todo lo que hemos construido».

A pocos días de que la Comisión Europea tome una decisión, gobiernos como el de Italia y Alemania presionan para retirar la prohibición de 2035 y adoptar un enfoque más gradual, mientras que el de España se alinea con el de Francia.
En este sentido, Macron defiende que «el objetivo de 2035 es bueno porque alinea a los actores hacia un mismo horizonte, incita a cambiar las prácticas y da credibilidad a las inversiones realizadas», aunque también reconoce que sería deseable evitar que la aplicación de la norma sea «un corte a cuchillo», abogando por introducir algunas «flexibilidades» con el objetivo de proteger el empleo.
Pero, ¿cuáles serían esas «flexibilidades» de las que habla Emmanuel Macron? Por ejemplo, personalizar la implementación de la misma en función de cada segmento, protegiendo a los proveedores más vulnerables y potenciando la compra a vehículos eléctricos que se fabriquen en Europa. Un tema, este último, muy en boga a consecuencia del auge de las marcas chinas en el Viejo Continente.
Fuerte oposición a Francia y España
La postura de Macron y su homólogo en España, Pedro Sánchez, se explica en parte por la inversión que diversas empresas están haciendo en sus respectivos países para levantar factorías de baterías para coches eléctricos.
Y lo cierto es que no faltan apoyos dentro de la industria, con Volvo, Polestar, los fabricantes de baterías, los operadores de recarga y muchos otros alineándose a favor de la prohibición.
Sin embargo, tanto ellos como la Unión Europea están encontrando fuerte oposición en la industria del automóvil. ACEA (Asociación de Fabricantes de Automóviles Europeos por sus siglas en inglés) lleva la voz cantante, pero importantes directivos de algunas marcas acompañan un discurso que se basa en la destrucción de empleo y competitividad.
La presión alemana es especialmente intensa, con Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz y presidente de ACEA, y Oliver Zipse, CEO de BMW, a la cabeza. Ambos reclaman que sea el mercado y no la UE quien marque los tiempos, abogando por mantener los vehículos híbridos y permitir los combustibles sostenibles.
Habrá que ver quién gana la batalla finalmente y si el 10 de diciembre supone un punto y final o, simplemente, un paso más en esta lucha de poder que ha polarizado la industria del automóvil.


