Mientras que a este lado del Atlántico Volkswagen se está marchando de rositas del escándalo de las emisiones del Dieselgate, en Estados Unidos la cosa es diferente. Los juzgados han castigado a los alemanes ha realizar un fuerte desembolso en multas y demás castigos por un fraude que le costará unos 14.700 millones de dólares.
Entre las medidas que les ha impuesto el gobierno está la inversión de 2.000 millones de dólares en lo que se ha denominado «infraestructuras limpias». Esto quiere decir puntos de recarga para coches eléctricos, aunque también entran las estaciones de repostaje para coches a hidrógeno. Una inversión masiva, pero muy paulatina, ya que VW tiene 10 años para completarla.
Pero los operadores de puntos de recarga avisan de que esta medida puede tener sus peligros. El desembarco de Volkswagen en un mercado que no es de su interés, puede tener como resultado un malgasto de los fondos que supongan una distorsión de una industria que está naciendo. Un sector que cuenta con pocos fondos y pocos clientes, pero que juega con el enorme potencial de futuro.
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Desde la asociación que aglutina a los operadores de puntos de recarga se ha realizado un llamamiento para que sea una administración independiente la encargada de gestionar estos fondos. Una forma de evitar que la inversión en unos pueda servir para eliminar del mapa a otros.
Según la asociación, estos fondos deberían ser destinados a diferentes objetivos, como los puntos de recarga en los lugares de trabajo, en las viviendas de los usuarios, y apoyo a la empresas que quieran poner puntos de recarga públicos.
Un plan que supondrá una inversión de 200 millones de dólares cada año, y que servirá para incentivar la venta de coches eléctricos. Un castigo que puede sirva de incentivo para que Volkswagen quite el freno de mano y se lance de una vez a un mercado que por muchas barreras que le pongan, se abre paso.
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Vía | Jalopnik
