Poner en marcha un nuevo modelo es todo un reto para cualquier fabricante. En el caso del Porsche Taycan esto tiene una especial relevancia ya que supondrá el lanzamiento de su primer coche eléctrico, y según sus propios directivo el más importante desde la puesta en marcha del mítico 911.
Pero no será una operación sencilla. En declaraciones a la prensa alemana, el jefe de producción de Porsche, Albrecht Reimold, ha puesto sobre la mesa los retos que deben afrontar para lograr comenzar a producir el Taycan. Un reto que supondrá adaptar la fábrica de Zuffenhausen para poder albergar en menos de dos años el arranque de las ventas.
El principal problema para Porsche es que a los habituales retos de un nuevo modelo, como el coste de la adaptación de las líneas de producción, ha que añadir que en la actualidad la planta en la que será producido está funcionando a su plena capacidad. Una instalación a pocos metros de las viviendas más cercanas, que no tiene grandes posibilidades de expansión físicas.
Es por eso que Porsche se enfrenta al gran reto de adaptar una instalación que en la actualidad produce el 911, el 718 Boxster, y el 718 Cayman. Algo que para el directivo de Porsche supondrá todo un reto, que cataloga como extremadamente difícil.
El encargado del proyecto, David Thor Trygvason, indica que para lograr añadir la línea del Taycan, tendrán que demoler parte de la estructura, volver a reconstruirla en poco tiempo, y todo sin afectar a la producción en el resto de parte de la fábrica. Algo que indica será algo complicado a nivel económico, pero también de tiempo y de logística.
Para lograrlo, Porsche ha logrado la aprobación de los sindicatos de sacrificar parte de las subidas salariales de los próximos siete años para los trabajadores de esta planta. El objetivo es amortiguar el enorme coste de dotar a Zuffenhausen de la línea de producción del Taycan, y lograr de esa manera asegurar el futuro de los trabajos.
El objetivo es que en 2019 la producción de esta berlina eléctrica arranque, y logre en su primer año completo alcanzar las 20.000 unidades. Y a partir de ahí seguir incrementando según lo haga la demanda.
Un ejemplo de lo complejo que es poner en marcha una línea de producción de un nuevo coche eléctrico. Un reto incluso para marcas tan experimentadas y dotadas a nivel económico como Porsche.
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