Cuando en 2013 se lanzó el BMW i3, muchos se llevaron las manos a la cabeza por la rompedora propuesta del fabricante alemán. La primera dentro del sector de los coches eléctricos por parte de BMW que desembarcaba con un aspecto radicalmente diferente al resto de la gama. Incluso se le destinó un espacio propio dentro de las concesiones para separarlo del resto de modelos diésel y gasolina.
Además de su diseño, el i3 llegaba acompañado por otras características como la adopción de un chasis en monocasco de fibra de carbono. Una apuesta arriesgada que reducía el peso, pero que suponía para las versiones vendidas en Estados Unidos que BMW recibiese la fibra de carbono desde la fábrica de Moses Lake (EEUU) ensamblar el vehículo en Leipzig (Alemania)…y volver a enviar el coche de nuevo a Norteamérica.
Como recordamos, en su primera generación (2013-2017) el i3 contaba además de un diseño diferente, un potente motor de 170 CV y una batería de apenas 22 kWh brutos, o 18.8 kWh útiles, que le permitían recorrer 190 km bajo el infame NEDC. Posteriormente en 2016 recibió una actualización que elevó la capacidad hasta los 27.2 kWh útiles (33 kWh brutos) a la que finalmente se unió la actual batería que llega a los 37.9 kWh útiles (42.2 kWh brutos) y que le permiten recorrer 310 km bajo el nuevo ciclo WLTP.
Este crecimiento en la autonomía, sumado al cada vez mayor interés del público en los coches eléctricos, provocó que las ventas del i3 aumentasen con el paso del tiempo, pasando de las apenas 1.447 unidades en su primer año, a su de momento máxima cifra lograda en 2019, con un total de 31.604 unidades solo contando las ventas en Europa que ha sido su principal fortín. Cifras llamativas, pero muy lejos de la cabeza de un sector dominado el pasado año por los Tesla Model 3 y Renault ZOE.
Cómo habría sido un BMW i3 berlina
Pero muchos se preguntan qué habría pasado si BMW optase en su momento por lanzar un i3 con un diseño algo más convencional.
Esto también se lo ha preguntado el diseñador brasileño Kleber Silva, que ha realizado un trabajo para recrear cómo habría sido un i3 berlina, que tomaría partes del trabajo del propio i3, con un frontal algo más agresivo y largo, con una línea tomada del BMW Serie 2 Gran Coupe, y una trasera que hereda el excelente diseño del BMW i8.
El resultado es una propuesta moderna, que evidentemente nos recuerda poderosamente a la familia «i» pero que podría haberse convertido en su momento en el emblema eléctrico de BMW que ahora podría estar preparando su nueva generación aprovechando la evolución de tecnologías como las baterías.
En el aspecto mecánico podemos dejar volar la imaginación y pensar en propuestas con motor trasero, como el mismo de 170 CV del original, al que se podría unir una variante con otro motor delantero para dotarle de tracción total y una potencia de unos 300 CV.
La batería se beneficiaría del mayor espacio entre ejes, lo que permitiría a BMW alojar packs de mayor capacidad. Por ejemplo, con las celdas de 120 Ah actuales, no tendrían problemas para albergar un pack de como mínimo 70 kWh, suficientes como para lograr una autonomía real por encima de los 400 kilómetros, con una versión con 90 kWh y más de 500 km de autonomía homologada.
Y es que como recordamos, en 2016 un equipo independiente logró meter 55 kWh al actual i3. Algo que nos muestra que BMW podría haber contado con una atractiva berlina eléctrica, con una amplia autonomía, mucho antes de la llegada del BMW i4 prevista para 2021. Ocho años después del inicio de las ventas del i3.
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