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¿Está repitiendo KIA la estrategia de frenar las ventas de sus coches eléctricos?

El pasado año se levantó una importante polémica cuando se filtró un documento de KIA España donde se daban instrucciones a sus concesionarios para frenar las ventas de sus coches eléctricos dejando de coger nuevos pedidos hasta el 1 de enero de 2020. Algo que se achacó a la búsqueda de la marca coreana de colocar la mayor cantidad posible de ventas en el nuevo año coincidiendo con la entrada en vigor de las nuevas normas de emisiones en Europa.

Ahora parece que la historia vuelve a repetirse, y aunque de momento no se ha indicado que haya un cierre formal de los pedidos, lo que si está sucediendo es que los clientes que quieran poner un pedido a fábrica se enfrentan a tiempos de espera de como mínimo seis meses, que de nuevo coincidiría la reapertura de pedidos con el inicio del año.

De esta forma planea otra vez sobre KIA la acusación de frenar las ventas al estar muy cerca de lograr cumplir con con los objetivos de emisiones de este 2020. Y es que según los datos del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT) KIA está apenas a 3 puntos de lograr cumplir con los objetivos de emisiones de Europa de este año.

Una cifra que podemos comparar con los 5 puntos de sus hermanos de Hyundai, los 7 del grupo Volkswagen o los 17 puntos de Mercedes.

KIA está en una buena situación gracias a una cuota de ventas de modelos electrificados que se ha colocado como la tercera más importante en Europa, solo por detrás de Volvo y BMW, con un 12% de sus ventas duplicando las cifras del pasado año, pero con un segundo semestre por delante donde habrá que contabilizar la aportación de sus nuevos lanzamientos, como el Ceed híbrido enchufable, que se sumará a los eNiro, Niro PHEV, eSoul y Optima PHEV.

Una estrategia que puede traducirse en largas esperas para aquellos que quieran realizar un pedido a fábrica, que en algunos mercados como el británico tienen hasta un año de plazo para recibir sus pedidos. Unas cantidades totalmente absurdas que puede provocar un efecto contrario para el fabricante una vez que la oferta de otras marcas logren crear una alternativa para los consumidores que no estén dispuestos afrontar esos interminables plazos de entrega.

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