La entrada de las nuevas normas sobre emisiones puede ser el punto de inflexión para la transformación del mercado del automóvil en Europa. Así lo ha confirmado hace pocas horas Volkswagen, que ha indicado que la puesta en acción de la nueva normativa supondrá un antes y un después.
Según Thomas Ulbrich, jefe de desarrollo en Volkswagen, la clave será que con el incremento de los requisitos a los coches de combustión interna en cuanto a emisiones, hará que desarrollar motores diésel o gasolina que cumplan con estos requisitos será extremadamente costoso.
Las nuevas regulaciones dentro del proyecto Euro7, que entrarán en vigor hacia 2025, aumentarán las necesidades técnicas para cumplir los requisitos. Esto supondrá la instalación de costosos equipos de reducción de emisiones en los nuevos modelos fabricados para esa fecha, lo que se traducirá en que serán más caros que fabricar un coche eléctrico.
Un pronóstico realmente llamativo dentro de una industria donde las tecnologías de combustión son el grueso de las ventas y de los beneficios. Pero parece que esto tiene el tiempo contado según el directivo de Volkswagen, e incluso algunas marcas que han logrado amortizar inversiones iniciales ya empiezan a ver el fruto de su temprana apuesta. Algo que se traduce en que este evento, la rentabilidad del coche eléctrico, no tendrá el mismo plano temporal para todos los grupos.
Lo que si está claro es que la puesta en marcha de la Euro7 es un aviso a navegantes y aquellos grupos que todavía no han pisado el acelerador en la reducción de emisiones. Un punto de no retorno donde los que no se hayan adaptado sufrirán la embestida de una exigente regulación que será según los sindicatos alemanes, entre siete y diez veces más exigente que el modelo actual.
Algo que tendrá como consecuencia el aumento de precios de los modelos diésel y gasolina, siendo los más pequeños los que más van a sufrir. Una tendencia que choca con la estrategia de algunas marcas de apostar por los grandes SUV y berlinas como forma de introducirse en el mercado, olvidándose de los mercados de volumen que tendrán que encontrar una rápida solución en los apenas cuatro años que queda para la activación de la Euro7.
Un vacío de oferta por un lado, y unos precios inflados por el otro, que puede ser el caldo de cultivo perfecto para la entrada con fuerza de los fabricantes chinos que están comenzando a extender sus tentáculos por Europa, y que en 2025 podrán aprovechar la ocasión para situar con fuerza sus productos.
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