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Por qué una bicicleta eléctrica es más saludable y divertida que una bici mecánica (para casi todo el mundo)

El auge de las bicicletas eléctricas ha originado un debate entre sus defensores y detractores. Muchos aficionados al ciclismo las consideran ‘bicis tramposas’ y critican las sensaciones que ofrecen. Sin embargo, estas brindan interesantes beneficios.

Las discusiones entre los detractores de las e-bikes y quienes las defienden es, en ocasiones, acalorado. No en vano, las bicicletas eléctricas que tanto están creciendo en el mercado suponen una ruptura con el concepto clásico y tradicional de los ciclos de dos ruedas.

Estos, desde la construcción de la primera bicicleta a pedales por parte del escocés Kirkpatrick Macmillan en 1839, se han caracterizado por impulsarse gracias a la fuerza mecánica ejercida por el ciclista.

Sin embargo, las nuevas bicicletas eléctricas, si bien no rompen con dicha tradición, la ‘vulneran’ proporcionando asistencia al mismo. En definitiva, simplifican y facilitan la operación de montar en bici, una actividad tradicionalmente asociada a un esfuerzo físico notable a poco que se practique en una zona con desniveles.

Las eBikes son bicicletas para vagos

Esto lleva a muchos detractores a afirmar que quienes utilizan las bicicletas eléctricas son unos vagos, pues no valoran el esfuerzo físico que implica tener que impulsarse en todo momento, sea como sea el terreno, con la única ayuda de las piernas (y lo que permita la capacidad pulmonar y cardíaca de cada uno).

Lo cierto es que, en realidad, diversos estudios ya demuestran que la bicicleta eléctrica tiene un positivo efecto sobre la salud de quienes las utilizan: los motiva a hacer rutas más largas y acaban haciendo más ejercicio.

El mercado de las e-bikes incluye máquinas de alta gama preparadas para todo tipo de uso. Foto: Orbea

La razón de esta circunstancia es obvia: con una bicicleta eléctrica, las personas que no tienen una condición física excepcional -que son la mayoría- se sienten más predispuestas a montar en bici. No sólo alargan sus rutas al contar con la ayuda de la asistencia eléctrica, sino que además lo hacen en situaciones en las que probablemente no lo harían de tener una bicicleta mecánica.

El estudio al que hemos hecho referencia unas líneas más arriba comparaba el Índice de Masa Corporal (IMC) de los ciclistas participantes en el mismo, más de 10.000. Y los resultados señalaban que el IMC promedio para los ciclistas ‘mecánicos’ era de 23,8, mientras que los ciclistas ‘eléctricos’ tenían un IMC promedio de 24,8. Es decir, valores muy similares.

Además, el estudio también determinó que los usuarios de bicicletas eléctricas también tendían a ser mayores, con una edad promedio de 48,1 años frente a la edad promedio de los usuarios de bicis convencionales de 41,4 años.

Mayor disfrute y entretenimiento

Otra consecuencia derivada del uso de una bicicleta eléctrica es que, en líneas generales, el usuario de una e-bike alcanza un mayor grado de disfrute que ese mismo usuario sobre una bicicleta mecánica.

La razón es sencilla: con la eléctrica es más sencillo hacer frente a tramos complicados o que requieren mucho esfuerzo físico. Esto permite al usuario medio centrarse en disfrutar del simple hecho de montar en bici, dejando en segundo plano su forma física o la ruta a seguir para conseguir llegar entero al destino.

La bicicleta eléctrica tiene especial cabida en la ciudad, incluso como sustituto del coche o el transporte público. Foto: Youin

El uso de la bicicleta eléctrica tiene otros beneficios, en este caso directamente relacionados con el medio ambiente. Según un estudio de Fraunhofer ISI, el uso de la bicicleta eléctrica es beneficioso porque supone una excelente alternativa al uso del vehículo a motor, tanto privado como público.

Su polivalencia y capacidad para ser utilizada por cualquier persona, independientemente de su forma física, hace que se haya convertido en una alternativa de movilidad urbana cada vez más apreciada.

Conclusiones

Es obvio que, por regla general, una bicicleta eléctrica transmite sensaciones menos puras al ciclista porque suele ser más pesada y además brinda asistencia al pedaleo. Sin embargo, esto es algo que sólo preocupa a un pequeño porcentaje de usuarios, que ve el ciclismo como una actividad deportiva intensa y/o profesional.

La mayor parte del usuario potencial de una bicicleta adopta otro enfoque: entretenimiento, herramienta para hacer deporte de baja o media intensidad, o simple medio de transporte. Y, en estos casos, no hay discusión: la bicicleta eléctrica es todo un acierto y no hace sino abrir el abanico de practicantes del ciclismo que, de otro modo, ni se plantearían dar pedales.

Esto nos lleva a una conclusión: seguramente carece de sentido atacar a las e-bikes y sus usuarios. Al mismo tiempo, las administraciones deberían plantearse si merece la pena promover su uso a través de políticas e iniciativas especialmente en las ciudades. ¿Estás de acuerdo?

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