Uno de los puntos más débiles de los coches, es su batería de arranque. Un pack que lleva unas cuantas décadas entre nosotros y que está también presente en los coches eléctricos. Habitualmente es una batería de plomo, con las limitaciones y las implicaciones ambientales que eso supone. Ahora, BYD ha presentado una alternativa que usa litio-ferrofosfato, para una duración mucho mayor y menor huella de emisiones.
BYD ha indicado que su batería puede afrontar descargas profundas sin problemas de degradación, e incluso recargarse de usando la batería de tracción en el caso de los coches eléctricos. Una función que permite reducir las posibilidades de encontrarnos en la situación de no poder arrancar el coche cuando llegamos.
Además, BYD también enfatizó que su «batería de arranque» LFP tiene una vida útil de más de 10 años y más de 3.000 ciclos de carga y descarga. Cifras que podemos comparar con los entre 3 y 4 años que suelen tener de media las baterías de plomo.
Esto significa que si no hay imprevistos, la batería podrá durar tanto como el vehículo, y no ser una fuente de preocupación de cuándo fallará o cuándo se quedará sin carga.
La batería también tiene ciertas ventajas en términos de tamaño y peso. Además, está equipada con un sistema de gestión BMS, que puede realizar un seguimiento en tiempo real de los indicadores de la batería y realizar una gestión dinámica que permite como hemos comentado, cargarla usando la batería de tracción cuando esté baja.
Un sistema de gestión que según BYD, permite controlar el gasto energético residual cuando el coche está parado, lo que permitirá en la práctica dejar el vehículo estacionado durante meses sin apenas pérdida de capacidad.
Otras ventajas de esta química es que tiene la capacidad de funcionar en un amplio rango de temperaturas, y no requiere gestión térmica. También puede adaptarse al arranque del vehículo y a los requisitos de energía de bajo voltaje en condiciones de trabajo extremas de frío y calor.
