Coches eléctricos el doble de caros que en China. El elevado precio del proteccionismo de Europa
Europa y Estados Unidos se han lanzado a una carrera por frenar la expansión de los coches eléctricos chinos, con precios más bajos, lo que está frenando el mercado e impactando en el ritmo de inversiones de los grupos locales que pierden competitividad.
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Publicado: 04/10/2024 09:14
El último año se ha caracterizado por la iniciativa de Europa y Estados Unidos de poner barreras comerciales a los coches eléctricos chinos. Esto a pesar de ser una mínima parte del mercado. Pero las malas perspectivas de los grupos europeos y norteamericanos ha llevado a pensar que poner en marcha aranceles sería beneficioso. Ahora el tiempo está mostrando el impacto que estas medidas están teniendo, sobre todo para los consumidores.
Según los datos de la consultora S&P Global, de media, un coche eléctrico en Estados Unidos y Europa se ha colocado este año en los 60.000 dólares. El año anterior era de 50.000 dólares. Por lo tanto, a pesar de la importante bajada de costes de producción, europeos y estadounidenses tienen que pagar más por sus coches eléctricos.
Mientras tanto, en China la cifra ha bajado hasta los 30.000 dólares en 2024. Una señal de como está evolucionando el mercado en cada bloque.
Esta dinámica está teniendo como consecuencia una ralentización de las ventas en occidente, y un incremento imparable en China.
La capacidad de producción de coches eléctricos ha superado la demanda en China, lo que ha hecho bajar rápidamente los precios. Casi la mitad de los principales vendedores de eléctricos del mundo son chinos, y marcas como BYD, ven como sus cifras se disparan, vendiendo 419.426 unidades en septiembre, un 46% más que el año anterior y superando por primera vez la marca de las 400.000 ventas en un mes. Y así prácticamente todos los fabricantes del gigante asiático que crecen intensamente.
Medidas proteccionistas que elevan los precios
El brutal mercado chino cuenta con más de 50 fabricantes de coches eléctricos, que están viendo como para competir, tienen que alcanzar un volumen elevado. Pero este, como hemos visto, supera la demanda, lo que les lleva a mirar con cada vez más interés el mercado extranjero.
Las exportaciones chinas de vehículos eléctricos e híbridos enchufables crecieron un 78% hasta alrededor de 1,2 millones de unidades en 2023, según la Asociación China de Fabricantes de Automóviles.
En respuesta a esta tendencia, a finales de septiembre, Estados Unidos aumentó los aranceles sobre los vehículos eléctricos fabricados en China del 25% al 100%. Además, la ayuda de 7.500 dólares para la compra de un coche eléctrico se ha supeditado a no contar con componentes procedentes de China.
En Europa, Bruselas ha impuesto unos aranceles que dependen de factores como la colaboración de los grupos con la investigación sobre presuntas ayudas ilegales del gobierno chino a sus marcas, y que van desde el 9% a Tesla, al 38% a SAIC. Cifras sobre el 10% ya en marcha anteriormente.
Pero como China tiene esencialmente el monopolio de las baterías LFP (litio-ferrofosfato) que son la opción más barata, estas medidas han significado precios más altos para los consumidores en Europa y Estados Unidos tal como hemos visto anteriormente.
Esto además tiene como efecto una ralentización del mercado. Y como hay menos ventas, los fabricantes occidentales y japoneses están reduciendo sus objetivos de electrificación. Fábricas que abrirán más tarde, instalaciones de baterías que se cancelan…etc.
Opinión: el negro futuro para la industria automovilística
El resultado es que los fabricantes en Europa y Estados Unidos tienen más problemas para vender sus actuales coches eléctricos, teniendo que hacer ofertas para lograr sacarse el stock que no para de incrementarse, reduciendo sus inversiones para ahorrar fondos y tratando de salvar los próximos trimestres y los bonus de sus directivos.
Una debilidad que no favorece las inversiones en modernización e I+D, que provoca que la brecha con los grupos chinos sea cada vez mayor. Y como la transformación es inevitable, el resultado será que cuando el mercado se recupere en occidente, los grupos locales no podrán competir contra los chinos que les llevarán más de un lustro de ventaja técnica y económica.
Unos grupos chinos que incluso habrán levantado fábricas en suelo europeo, o en países con acuerdos comerciales beneficiosos, con el consiguiente desastre económico para la industria europea.
El avestruz que esconde la cabeza bajo tierra para no ver el problema, que nos arrastra a un futuro donde se perderán cientos de miles de puestos de trabajo por la miopía de los grupos y políticos europeos empujados por el cortoplacismo de algunos.