Las dudas de los fabricantes está a punto de provocar un desastre en la producción de baterías en Europa
Los grupos europeos han dado un giro en su apuesta por el coche eléctrico, lo que está teniendo un efecto muy negativo en una de las industria claves del sector como es la fabricación de baterías para este tipo de vehículos.
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Publicado: 23/09/2024 07:00
Europa tenía un sueño, producir una buena parte de las baterías para sus coches eléctricos dentro del continente. Un objetivo ambicioso y extremadamente necesario, que reduciría la dependencia de los grupos asiáticos. Pero las dudas de los fabricantes locales con el coche eléctrico, su empeño en mantener los precios exageradamente altos, y sus luchas por reducir normas de emisiones con constantes campañas de desprestigio, está a punto de provocar una masacre en la incipiente industria de las baterías europea.
Hace unos días conocíamos la noticia de que Automotive Cells Company (ACC) empresa conjunta entre Stellantis, Mercedes y TotalEnergies, que planteaba levantar tres gigafábricas de baterías en Europa en los próximos años ha decidido pisar el freno ante el enfriamiento de la demanda.
Concretamente, fue en junio cuando ACC anunció que se detendrían las obras en las plantas de Termoli, en Italia, y la de Kaiserlauten, en Alemania. Por su parte, la planta de Francia, situada en el Paso de Calais, debía contar con hasta cuatro edificios, pero finalmente solo se la levantado uno, y que contará con el 50% de la producción estimada.
Otro proyecto era el liderado por la empresa taiwanesa ProLogium, que estaba levantando una gigafábrica en la localidad francesa de Dunkerque. Una iniciativa que, como las anteriores, estaba fuertemente apoyada con dinero público. La fábrica aún no ha comenzado su producción, y los objetivos han bajado de los 48 GWh a los entre 8 y 16 GWh para 2030.
Pero el verdadero desastre para Europa sobrevuela por la iniciativa de Northvolt. Un gigante de las baterías y cabeza de puente de Europa, que ahora está al borde de la quiebra. Este proyecto ha consumido más de 15.000 millones de euros entre dinero público y de inversores, como Volkswagen. Una Northvolt que el pasado 18 de septiembre recibía la negativa del gobierno de Suecia para su rescate, lo que deja su futuro más en el aire que nunca.
Un problema de visión, de tecnología y demanda
El problema no es solo uno. Estas iniciativas tienen que enfrentarse a un sector extremadamente competitivo. Iniciativas como la de ACC están sufriendo acusaciones como contar con una tecnología ya desfasada. Ni rendimiento ni precios están a la altura de los grupos más punteros, lo que lastra su competitividad de forma casi irreparable.
El otro problema es precisamente que los fabricantes europeos no han sabido, o querido, incentivar las ventas de de coches eléctricos. Tampoco han apostado por las redes de carga pública, lo que ha dado como resultado un clima muy pesimista entre los consumidores, que se han apartado del mercado temporalmente.
Un ejemplo es el completo derrumbe del mercado alemán, casi un 70% menos de ventas en agosto, y que lleva desde diciembre en números rojos. Un efecto que se está contagiando a Francia, con una caída de más del 30% en agosto. En total, en Europa las ventas de coches eléctricos han caído un 36% el pasado mes de agosto, marcando un mínimo de cuota de mercado en los últimos dos años.
La cuestión de la confianza juega un papel clave en este mercado. Lo hemos visto con el anuncio de Alemania el pasado mes de diciembre de parar las ayudas públicas, lo que, a pesar de las fuertes promociones de los fabricantes que igualaban o superaban estas ayudas, no sirvió para recuperar las ventas.
Una estrategia en la que ahora inciden varios grupos, como Volvo, indicando que no continuarán con su objetivo de ser 100% eléctricos en 2030, y volverán a apostar por los híbridos. Otra señal a contracorriente de un mercado que camina inexorablemente hacia la electrificación, que tendrá lugar con o sin los grupos europeos.
Y parece que estos han decidido que sea sin ellos.