
La dependencia de China en tierras raras ¿Una amenaza real para el futuro del coche eléctrico en Europa?
China refuerza su control sobre las tierras raras, clave en los motores eléctricos. La industria del coche eléctrico se enfrenta a interrupciones de suministro, costes al alza y la urgente necesidad de buscar alternativas tecnológicas y logísticas.

La movilidad eléctrica afronta uno de sus mayores desafíos estructurales: la cada vez mayor dependencia de China en el suministro de materiales como las tierras raras que dan forma a motores eléctricos. A partir de abril de 2025, el gobierno chino ha endurecido su control sobre estas materias estratégicas mediante un sistema de licencias obligatorias para la exportación, lo que ha provocado una onda expansiva en toda la industria automotriz global.
tierras raras: más del 90% del suministro mundial en manos de China
China lleva décadas desarrollando una estrategia de control absoluto sobre el mercado de tierras raras, grupo de 17 elementos químicos esenciales en múltiples tecnologías modernas. En el contexto del coche eléctrico, el neodimio, el dysprosio o el terbio son indispensables para fabricar imanes permanentes, fundamentales en motores eléctricos de alto par y elevada eficiencia térmica. Estos materiales permiten mantener propiedades magnéticas incluso por encima de los 150 °C, algo clave en condiciones de exigencia elevada.
Actualmente, China no solo controla más del 90 % de la producción mundial, sino que también posee la infraestructura de refinado más avanzada del planeta, lo que le otorga un poder estructural sobre toda la cadena de suministro que ni Europa ni Estados Unidos pueden igualar a corto plazo.
Repercusiones directas para la industria del coche eléctrico

La decisión de Pekín ya ha tenido efectos visibles. Tesla ha reportado interrupciones en su línea de producción, mientras que Ford ha mostrado públicamente su preocupación por el impacto a medio plazo. General Motors intenta reaccionar mediante inversiones en tecnologías alternativas, como imanes a base de nitruro de hierro desarrollados por Niron Magnetics, menos dependientes de tierras raras.
No obstante, todas estas iniciativas se enfrentan a desafíos de rendimiento y de escalabilidad. Tecnologías como los motores de reluctancia variable, los motores de inducción sin tierras raras o los imanes híbridos pueden reducir la dependencia, pero todavía presentan limitaciones técnicas frente a los sistemas actuales basados en imanes de neodimio.
Tecnología alternativa | Ventaja principal | Desafío actual |
---|---|---|
Motores de inducción | Sin tierras raras | Menor eficiencia energética |
Motores de reluctancia | Uso de materiales comunes | Complejidad de fabricación elevada |
Imanes híbridos | Reducción del 30% en tierras raras | Ligera pérdida de rendimiento |
Una crisis geopolítica con consecuencias para el usuario final
Esta crisis va más allá del ámbito industrial: es geopolítica. El dominio chino sobre estos recursos recuerda a la dependencia del petróleo. Estados Unidos y la Unión Europea intentan reaccionar con proyectos como el de MP Materials o nuevas minas en Suecia y Canadá, pero el retraso tecnológico y logístico respecto a China es evidente: reconstruir una cadena de valor completa podría tardar más de una década y requerir miles de millones en inversión.
Para el consumidor europeo, las consecuencias podrían llegar en forma de:
- Aumento de precios en modelos con motores de imanes permanentes
- Mayores tiempos de entrega si se agudiza la escasez
- Uso de tecnologías alternativas menos eficientes
Además, el reciclaje de tierras raras aún no está suficientemente desarrollado para ser una solución inmediata. Las técnicas actuales son costosas y poco viables a gran escala, aunque representan una vía prometedora a largo plazo si se apoyan con políticas adecuadas.
Conclusión: el futuro del coche eléctrico necesita independencia tecnológica

La actual situación pone de manifiesto una verdad incómoda: la transición energética también tiene sus cuellos de botella, y las tierras raras son uno de los más críticos. Sin una estrategia clara para reducir la dependencia china —ya sea a través de tecnologías alternativas, producción local o reciclaje avanzado—, el desarrollo de la movilidad eléctrica podría verse ralentizado o encarecido en los próximos años.
En este nuevo tablero global, el éxito de la movilidad eléctrica no se decidirá únicamente en el mercado o en los laboratorios, sino también en el ámbito de la geoestrategia industrial. Occidente tiene por delante un reto tan tecnológico como político: garantizar un suministro estable y soberano de los materiales que sustentan el coche eléctrico del futuro.