
CATL insiste en la necesidad de contratar a 2.000 trabajadores chinos para su nueva fábrica en España
La nueva planta de CATL en nuestro país, de la mano de Stellantis, vendrá acompañada de la contratación de un buen puñado de trabajadores chinos. Algo que no termina de gustar en España, pero en lo que la marca china insiste y mucho.

Las últimas palabras del comisario de Industria europeo han resonado bien fuerte en el sector automovilístico de nuestra región. Stéphane Séjourné criticó que haya «fabricantes que ensamblan coches chinos en Europa con componentes chinos y personal chino» en España y Hungría. «Eso no es aceptable. Es necesario introducir condiciones a la inversión extranjera en Europa».
Séjourne apuntaba de forma clara a la planta de Chery en Barcelona y, así como a CATL y BYD en el país centroeuropeo. Todo esto viene a colación porque, desde hace unas semanas, se viene hablando y mucho también de la intención de CATL de traerse a España 2.000 trabajadores chinos para la puesta en marcha de su nueva fábrica conjunta con Stellantis.
CATL, principal fabricante de baterías de iones de litio para coches eléctricos en China y a nivel mundial, quiere expandirse internacionalmente y por eso presentó en el IAA de Múnich, en septiembre, su estrategia “In Europe, for Europe”. Entre esos planes, está el de levantar una nueva fábrica para producir baterías LFP en Figueruelas, junto a la planta de Stellantis. Las reticencias en este caso vienen porque, al parecer, CATL podría estar en contra de transferir su conocimiento técnico a sus socios europeos.
Sin embargo, en CATL insisten en la necesidad de llevar a cabo su plan: 2.000 ingenieros, técnicos y gerentes chinos, tanto de CATL como de empresas de su cadena de suministro directo, son esenciales para poner en marcha estas nuevas instalaciones, como así dijo el vicepresidente de la compañía, Meng Xiangfeng, durante la cumbre climática COP3 en Brasil.

«No es que no estemos dispuestos a contratar trabajadores locales; es que necesitamos técnicos experimentados para construir y perfeccionar las líneas de producción y poner en marcha los equipos. Durante este proceso, se capacitará a los trabajadores locales para que puedan hacerse cargo gradualmente de la operación. La planta alemana pasó por un proceso similar y el proyecto húngaro está pasando ahora por el mismo», reitera Xiangfeng.
La planta española contará con una inversión de 4.100 millones de euros para fabricar baterías del tipo LFP, la opción más económica y en auge en los últimos tiempos en el mercado de los coches eléctricos. Esta prevé empezar la producción a finales del 2026 y debería seguir la misma línea que otras de CATL en Europa. Así lo hizo en Alemania y así lo está haciendo también en Hungría, de ahí que el gigante chino siga insistiendo en sus conversaciones con el gobierno para que acepten su plan de empleo.
Este tipo de medidas son las que están haciendo replantearse ciertas políticas a los dirigentes europeos. Y es que los aranceles adicionales a la entrada de los coches eléctricos desde China no están surtiendo quizás el efecto deseado, y ahora se está considerando incluso la obligación a las empresas chinas que transfieran tecnología a compañías locales si se quieren establecer en nuestra región.
La reticencia de algunos políticos con la expansión de los fabricantes chinos va en aumento, como demostró Séjourne con sus últimas declaraciones, en las que también instó a reducir la dependencia de los proveedores chinos en lo que respecta a materias primas. A cambio, pide considerar nuevos proveedores como Brasil, Canadá u otros países en África.
Fuente | Bloomberg



