
Los coches eléctricos pierden valor el doble de rápido que los gasolina, y este es el motivo
El mercado de coches eléctricos de segunda mano atraviesa una crisis profunda. Los compradores desconfían del estado de las baterías y la pérdida de valor es alarmante. Los concesionarios acumulan unidades mientras el público sigue sin fiarse en un momento donde los chollos empiezan a asomarse con cada vez más intensidad.

El mercado de segunda mano de coches eléctricos sigue sin arrancar en Europa. Y lo preocupante es que, a corto plazo, no parece que eso vaya a cambiar. La desconfianza de los compradores continúa siendo alta, y eso está provocando una caída de precios sin precedentes según aumenta el stock en los concesionarios.
Según un estudio de la consultora especializada Berylls, centrado en el mercado de volumen más maduro de Europa, Alemania, durante 2024 cambiaron de propietario 6,5 millones de coches usados, más del doble y medio de las matriculaciones nuevas. Sin embargo, los coches eléctricos apenas representaron un 3% de esas operaciones. Su presencia, por ahora, sigue siendo residual.
En muchos concesionarios y campas de ocasión los eléctricos se acumulan sin encontrar salida, lo que obliga a los vendedores a tirar precios para sacarse el stock de encima como sea. Por ejemplo, podemos ver unidades del BMW i3 con menos de 100.000 km ya por debajo de los 9.000 euros, incluso en las versiones mínimamente recomendadas, 94 Ah y 60 Ah Rex. Por menos de 15.000 euros ya hay muchas unidades de la variante más actual, la 120 Ah. coches que hace poco costaban tres o cuatro veces más. Pero incluso así no logra salir de los concesionarios en un plazo mínimamente razonable.
Los compradores siguen sin fiarse de los coches eléctricos usados

Un informe reciente de Dekra muestra con claridad el problema: un 64% de los encuestados asegura que no compraría un coche eléctrico de segunda mano, frente al 59% que lo decía el año anterior. Solo un 19% afirma que lo haría “seguro” o “muy probablemente”, y otro 17% lo consideraría “posiblemente”.
El principal motivo de rechazo sigue siendo el mismo: la desconfianza hacia estado de la batería. El 43% teme que haya perdido capacidad o rendimiento con el tiempo, mientras que un 41% se preocupa por la autonomía real. Un 27% cita la falta de puntos de carga y aparcamiento como barrera, un 24% teme la pérdida de valor, y un 25% directamente no tiene ningún interés en los eléctricos.
“Con el aumento de las matriculaciones de coches eléctricos, un mercado de ocasión funcional será cada vez más importante”, explica Jann Fehlauer, director general de Dekra Automobil GmbH. En Alemania, los eléctricos ya suponen un 19% de las nuevas matriculaciones, según el organismo oficial KBA.

Muchos piensan que las pruebas de verificación del estado de la batería solucionarán todo. Pero esto no es del todo cierto. Según el estudio, solo un 12% de los encuestados considera útil la existencia de pruebas independientes sobre el estado de la batería, y apenas un 8% cambiaría de opinión si hubiese más puntos de carga disponibles. La garantía adicional convencería a un 7%, y la bajada de precios o la confianza en el concesionario, solo a un 6%.
Otra encuesta, elaborada por la BMW Bank bajo el título “Prejuicios contra los coches eléctricos usados”, llega a conclusiones similares. El 53% de los participantes teme que la batería no funcione correctamente, un 47% cree que la autonomía será demasiado baja, un 41% menciona la falta de infraestructura de carga, y un 34% incluso teme un riesgo elevado de incendio.
La consecuencia: desplome del valor de los eléctricos de segunda mano

El resultado de toda esta desconfianza es claro: los coches eléctricos pierden valor mucho más rápido que los de combustión. Según Berylls, tras tres años, su valor residual medio es 6.400 euros inferior al de un coche de gasolina equivalente.
El diario Handelsblatt, citando datos de la Deutsche Automobil Treuhand (DAT) y de AutoScout24, señala que el valor de reventa de los eléctricos premium ha pasado de rozar el 70% del precio nuevo a comienzos de 2023, a situarse en torno al 49% a finales de 2024. Un desplome astronómico.
Y el fenómeno no se limita al segmento premium. El portal Elektroauto News apunta que modelos que salieron al mercado por más de 100.000 o incluso 150.000 euros se están revendiendo tras poco más de un año por la mitad de su precio, o menos. Y ni por esas logran encontrar un comprador fácilmente.

En los segmentos más populares, la situación tampoco es alentadora. Un Fiat 500e con apenas kilómetros y matriculación reciente puede encontrarse por menos de 20.000 euros, mientras que un Opel Corsa eléctrico ronda los 25.000 euros en las mismas condiciones. El Volkswagen ID.3 sigue la misma tendencia, con fuertes descuentos en el mercado de ocasión.
La paradoja es evidente: mientras los eléctricos ganan peso en las matriculaciones nuevas, el mercado de segunda mano se atasca, las dudas sobre la salud de las baterías no se disipan y los precios siguen cayendo.
Si los fabricantes y concesionarios no logran generar confianza, el desplome del valor de los eléctricos usados podría convertirse en uno de los mayores retos para la transición hacia una movilidad eléctrica real, y al mismo tiempo provocar que en uno o dos años la oferta sea tan superior a la demanda, que las ventas de segunda mano tendrán que hacerse con fuertes pérdidas para los vendedores, y ganancia para los compradores. Es tiempo de chollos.
¿Qué tendrían que hacer para evitar este tsunami de coches en stock? Pues desde ofrecer una verificación oficial del estado de la batería, pasando por una buena garantía en este elemento, y también ofrecer financiaciones blandas lejos de las ofertas usureras que suelen acompañar las propuestas de estos coches, buscando en los intereses abusivos una forma de compensar las pérdidas de valor. algo que solo sirve para desanimar a los clientes.


