
Porsche entre la espada y la pared por su pobre apuesta eléctrica, malas ventas en China y los aranceles de Trump
El fabricante alemán Porsche afronta un fuerte ajuste tras frenar sus planes relacionados con los coches eléctricos y reducir drásticamente su margen de beneficios. Todo por una errática apuesta eléctrica donde se olvidó del software y de sus competidores, principalmente en China donde le han superado en todos los aspectos llevando sus ventas a la irrelevancia.

La mala transición hacia la nueva era de la movilidad está poniendo contra las cuerdas a Porsche, que ha tenido que reconocer retrasos en su hoja de ruta eléctrica y sufrir un fuerte impacto en su rentabilidad. La firma de Stuttgart, atrapada entre la mochila de sus modelos de combustión y la presión por electrificar su gama, ha recortado su margen de beneficio previsto para 2025 al 2%, cuando hace apenas unos meses confiaba en situarse entre el 5% y el 7%.
La noticia no ha sentado bien en los mercados: las acciones de Porsche se desplomaron más de un 7%, mientras que las de Volkswagen, su matriz, cayeron un 7,5% tras anunciar un cargo extraordinario de 5.100 millones de euros ligado a esta reestructuración. El grupo alemán ha decidido retrasar varios lanzamientos eléctricos en favor de híbridos y motores de combustión, lo que supondrá para Porsche un recorte en su beneficio operativo de hasta 1.800 millones de euros solo este año.

El frenazo responde a un cóctel de factores: la debilidad de la demanda en China, un mercado clave para la marca, donde la visión clásica del fabricante alemán le ha dejado muy atrás respecto a sus rivales locales, que han logrado desarrollar vehículos más acorde a los gustos de los nuevos consumidores, mejor equipados, con mejores prestaciones, y además mucho más baratos.
A esto se suma la entrada en vigor de los nuevos aranceles de Estados Unidos, que ha aflorado la fuerte dependencia económica, y política, de Alemania frente a los estadounidenses, y con los chinos entrando en el mercado europeo lenta pero inexorablemente.
Porsche asegura que este realineamiento tendrá efectos positivos a medio plazo, con un objetivo de rentabilidad sobre ventas de entre 10% y 15%, lejos todavía del 18% de 2023 o el 14% de 2024. Sin embargo, los analistas recuerdan que en el momento de su salida a bolsa, hace tres años, la marca aspiraba a mantener retornos superiores al 20% de forma sostenida. Años de vino y rosas. Desde entonces, sus títulos han perdido casi la mitad de su valor, y los miles de millones invertidos en electrificación no han dado como resultado un rival de peso frente a Tesla, BYD o nuevos actores, como Xiaomi.

Volkswagen, propietaria del 75,4% de Porsche, también se ha visto obligada a revisar sus previsiones, recortando su propio margen de beneficios al rango del 2% al 3%. Para los analistas, este tercer ajuste de previsiones en lo que va de año podría ser el último, pero no sin consecuencias en el ciclo de producto ni en la imagen de marca. De hecho, prevén pérdidas en la segunda mitad del año, con gran parte del impacto concentrado en el tercer trimestre.
En los mercados se habla ya de la necesidad de corregir el “error” de haber apostado en exceso por los coches eléctricos sin una oferta lo suficientemente atractiva para los clientes más fieles. Revertir esa estrategia, advierten, exigirá tiempo y mucho dinero. Mientras tanto, crecen las voces que piden al consejero delegado Oliver Blume abandonar su doble cargo al frente de Porsche y Volkswagen, ante el riesgo de que la gestión conjunta frene la recuperación de ambas compañías.
Opinión
El problema para Porsche, es que el coche de combustión tiene fecha de caducidad. Y no será 2035, ni mucho menos. Será antes, cuando la tecnología eléctrica supere en absolutamente todos los aspectos a la combustión, y lo haga con precios más competitivos.
Hay un año marcado a fuego en la mente de los directivos de Porsche, y es 2027. Año en el que se espera que Xiaomi llegue a Europa, donde puede romper con lo establecido como lo ha hecho en su momento en el sector de la electrónica de consumo, o más directamente en el sector del automóvil, como ha hecho en China donde ha desplazado totalmente a Porsche.