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El duro camino por delante para los fabricantes chinos. NIO pierde 35.000 dólares por unidad vendida

Los inicios son extremadamente complicados para un nuevo fabricante de coches. Lo ha comprobado en sus carnes Tesla, que estuvo muy cerca de la bancarrota, y lo están comprobando los fabricantes tradicionales, que no son capaces de arrancar. Pero también los sufren las startups chinas, principalmente aquellas que no tienen un gran grupo detrás, y que ven como cada balance trimestral se convierte en una lluvia de pérdidas. Es el caso de NIO.

Se trata de una empresa dedicada exclusivamente centrada en la producción de coches eléctricos, y que quiere hacerlo además en un segmento premium. Una joven compañía con 11.000 trabajadores que vende apenas 6.000 coches cada mes, y que pierde algo más de 5.400 millones de dólares en cada trimestre.

Estas pérdidas son achacables a su expansión, tanto industrial, destacando una fábrica que tendrá una capacidad máxima de 300.000 coches al año cuando esté a pleno rendimiento, y que es capaz de funcionar con apenas 30 técnicos gracias a su elevado grado de robotización.

Pero también está en plena fase de expansión comercial, de su red de estaciones de cambio de batería, su red de Supercargadores, e incluso ha lanzado un teléfono móvil capaz de interactuar con la IA de sus coches.

NIO cuenta de momento con el respaldo del gobierno chino, que le permite soportar tales pérdidas y seguir creciendo. Cuando casi se quedó sin efectivo en 2020, un gobierno local inyectó inmediatamente 1.000 millones de dólares por una participación del 24%, y un banco controlado por el estado llevó a un grupo de otros prestamistas a inyectar otros 1.600 millones de dólares.

El principal problema para NIO es que a pesar de que las ventas de coches eléctricos están creciendo rápidamente en China, también se están poniendo en marcha fábricas aún más rápido, lo que ha creado un exceso de capacidad que ha hecho que los precios de los vehículos bajen en una guerra por hacerse con un pastel con cada vez más aspirantes.

El propio presidente de NIO lo admite, indicando que: «Todos ustedes saben que no hemos alcanzado el punto de equilibrio, estamos bajo una gran presión. Las inversiones en tecnología de la empresa son el camino que debemos tomar«.

La gran pregunta es saber hasta dónde logrará NIO aguantar las pérdidas en sus cuentas. Además de otros grupos chinos que sí son rentables, como BYD, ahora las startups se tienen que enfrentar a una agresiva guerra de precios de Tesla, y también a la inversión de los grupos occidentales, que están cambiando su forma de ver el sector.

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Como ejemplo el movimiento de Volkswagen, que confirmó que construiría un centro de desarrollo en la ciudad de Hefei, en el centro de China, donde contrataría a 2.000 ingenieros para realizar el trabajo de diseño que anteriormente se realizaba en la sede de la compañía en Wolfsburgo.

También ha invertido en otra de las startups con constantes número rojos, Xpeng Motors, para acceder a parte de su tecnología de software y plataformas, y de esa manera tratar de acortar plazos de desarrollo.

Movimientos que deberían dar como resultado a corto plazo un recorte de las actuales diferencias entre los grupos chinos y los europeos, que afectarán principalmente a los más débiles en cuanto a fondo de armario económico.

Algo que puede forzar a NIO a seguir los pasos de Xpeng, y firmar un acuerdo de colaboración con un grupo occidental, para lograr liquidez a cambio de ceder parte de su tecnología. El mundo al revés.

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