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Sale de la línea de producción el último Volvo diésel, que irá directamente a un museo

El último diésel de Volvo en Europa se enviará directamente a un museo

Si repasamos las cifras de ventas de coches en Europa, hace poco más de 10 años los diésel eran los reyes absolutos. También en marcas como Volvo, que en 2010 contaba con un porcentaje casi total de ventas con esta motorización. Pero poco a poco el mercado ha ido cambiando, hasta llegar a un 2024 donde el fabricante sueco ha sacado adelante la última unidad diésel de su historia. Y la ha mandado directamente a un museo.

La historia de la nueva Volvo comenzó precisamente en 2010, cuando la china Geely la compró cuando era propiedad de Ford. Una operación que cambió para siempre a la marca sueca que comenzó un proceso de modernización paulatino.

En 2015, año del estallido del escándalo de emisiones de Volkswagen, el 88% de las ventas de Volvo en Europa eran modelos diésel. Un momento clave que supuso el principio del fin de esta motorización, que dos años después, en 2017, vio como la cuota bajo hasta el 50%, mientras que en 2023 se colocó por debajo del 10%.

En España, la firma sueca ha terminado el 2023 con una cuota de mercado del 1,6%, con un 18% de sus ventas correspondiendo a coches eléctricos. Cifra que esperan crezca hasta el 22% en 2024, con un 38% de híbridos enchufables. Sumando ambas tecnologías, Volvo espera lograr un 60% de ventas de coches enchufables este ejercicio en nuestro país, con un diésel que habrá desaparecido por completo.

Una Volvo que se ha propuesto como objetivo ser una marca 100% eléctrica para 2030. Un objetivo que habrá necesitado «apenas» 15 años desde la explosión del «Dieselgate». Un evento que supuso un catalizador para el cambio.

Un cambio que no ha sido fácil, y desde el fabricante se ha puesto sobre la mesa el reto de lograr igualar costes de producción de los sistemas de combustión interna y los eléctricos. Una fase de transición donde las ayudas públicas han jugado un papel, clave, pero donde estas ya se están empezando a retirar, lo que obligará a los fabricantes a encontrar el punto de equilibrio económico con estas «nuevas tecnologías».

Ahora, la fábrica de Torslanda ha sacado adelante su último coche diésel. Un XC90 que no irá a ningún concesionario ni a ningún cliente especial. Será enviado directamente al museo de Volvo en Gotemburgo, donde será exhibido como una parte de la historia de una marca que encara el futuro con la vista puesta en la electrificación.

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