
Compras un coche nuevo y descubres que está asegurado a otro nombre. Está sucediendo en China
La enorme presión que sienten las marcas y los concesionarios a cuenta de la guerra de precios que se vive en el mercado automovilístico chino está llevando a realizar prácticas muy cuestionables y que revelan que no todo es oro en el gigante asiático.

No hay ningún país en el mundo que venda tantos coches eléctricos como China, y las ventas de vehículos enchufables ya superan holgadamente la mitad de todo el mercado de modelos nuevos. A pesar de su dominio absoluto de la tecnología, de las baterías y próximamente, seguro, en muchos mercados internacionales, hay ciertos detalles que se escapan de la normalidad.
Todo tiene su germen en la guerra de precios que se viene desatando en el mercado chino desde hace un par de años. Un batalla encarnizada por colocar en la carretera el mayor número posible de vehículos eléctricos y de dar imagen de liderazgo. Un panorama que, como vienen avisando allí de un tiempo a esta parte, provocará que los fabricantes menos pequeños no sobrevivan.
La guerra de precios y la presión sobre las marcas está provocando una práctica que es conocida en todo el mundo, pero que se está llevando al extremo en China. Aquí hemos oído hablar mucho de las automatriculaciones, un recurso que suelen utilizar los fabricantes para cumplir con los objetivos a final de año o para adelantar la venta de ciertos vehículos y evitar, por ejemplo, que caigan en manos de una nueva normativa más estricta.
En China, esta práctica está yendo más allá, hasta el punto que ya se cuentan casi una centena de quejas de usuarios que han descubierto, antes incluso de comprar un coche nuevo, que este ya está asegurado a otro nombre. La explicación es convincente, pero estos compradores se sienten engañados por las marcas y, siendo sinceros, no da una imagen verdaderamente nueva cuando vas al concesionario a comprar un vehículo nuevo.

Un nuevo informe de la agencia Reuters revela que prácticamente todas las marcas chinas, incluidas las que tienen empresas conjuntas con otras occidentales o japonesas, realizan esta práctica, en mayor o menor medida. El objetivo es el de registrar las ventas con anticipación para alcanzar objetivos internos mensuales. Pero hay más razones y tienen que ver con los coches eléctricos y los subsidios nacionales y locales por su venta.
Algunas de estas ayudas públicas requieren, por ejemplo, que un vehículo se matricule dentro de un período específico, o se basan en volúmenes de ventas alcanzados por los fabricantes. Es decir, que muchas marcas lo hacen para evitar perder cuota en las políticas de créditos destinados a los llamados NEV, los vehículos de nueva energía (BEV, PHEV y EREV).
El caso es que esta controvertida práctica ha llevado a marcas como Zeekr, BYD, FAW, SAIC VW, GAC Toyota, GAC Honda o Neta a abusar, en mayor o menor medida, de esta práctica. En el caso de esta última, se revela que se registraron ventas anticipadas de casi 65.000 unidades entre enero de 2023 y marzo de 2024, lo que representan más de la mitad de sus ventas en ese período.
Una forma absurda de engordar las cifras de ventas, cuando no son reales. Algunas marcas y concesionarios, según revelan las quejas, sí que informan a los compradores el uso de estos métodos para alcanzar sus objetivos de venta. Lo que no es tan habitual es recurrir a cifras minoristas para inflar sus ventas. Y es que las marcas pueden informar de sus ventas a través de la asociación del sector, pero también se tienen en cuenta datos minoristas basados en las inscripciones obligatorias del seguro.
La Asociación de Fabricantes de Automóviles de China ya se ha opuesto públicamente al uso de estos datos al calificarlos de «poco fiables» y acusando a las marcas de alimentar una práctica cada vez «más despiadada». Incluso desde el propio gobierno, el presidente Xi Jinping calificó públicamente estas prácticas como ࣭«engaños dentro de la creciente burbuja del coche eléctrico». Se está valorando introducir medidas que acaben con estas prácticas y exigir una autorregulación más estricta.
Fuente | Reuters