Hace un par de meses que UBER ha recibido permiso en algunos estados norteamericanos para comenzar una serie de pruebas de campo con coches autónomos. Un paso realmente significativo que pretende sentar las bases para el futuro desarrollo de la tecnología, y también de la legislación.
Pero la cosa no ha comenzado demasiado bien. Uno de estos estados, California, ha retirado el permiso a los coches de UBER, literalmente «Por conducir como imbéciles». Una situación que ha estallado con el vídeo de uno de los Volvo de UBER saltándose un semáforo en rojo ante el asombro de los peatones.
La cuestión es que UBER ha dicho que no. Que sus coches a pesar de ser autónomos, siempre llevan un conductor en su interior detrás del volante. Algo que les permite aplicar la legislación de los sistemas autopilotados, y no la de los coches plenamente autónomos, capaces de realizar sus trabajos sin la ayuda de una persona.
Además han añadido que el problema no ha sido con el sistema autónomo, sino que ha sido un error humano. Un modelo que en ese momento estaba siendo conducido de forma manual. Algo que ha evitado que el coche haya parado al ponerse la luz en rojo. Y es por eso que fieles a su carácter polémico, y que le ha servido para tener publicidad gratuita, desde UBER se ha indicado mediante una nota de prensa que seguirán con su programa de pruebas.
La polémica está servida. A la gran pregunta de si la tecnología está preparada para un uso real, ahora debemos añadir si los conductores humanos están preparados para el coche autónomo. Y es que desde la distancia la conducción autónoma nos puede parecer idílica, pero esta chocará con nuestra forma de conducir «flexible».
Esas zonas de 30 o 40 km/h, donde solemos ir a 50, esos semáforos en ámbar, que hemos convertido en «acelerar», hará que más de uno desactive el sistema para volver por momentos a una conducción manual que como podemos ver en la animación, puede llevar a cometer alguna infracción, y que luego la culpa se la lleve el coche.
Algo que tal vez debería llevar a una reflexión a los reguladores, y optar por obligar a los fabricantes a añadir una caja negra que registre de forma independiente lo que sucede en el coche, para en caso de problemas, saber quien ha sido el causante del incidente. Aunque la culpa se la llevará siempre el conductor.
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Vía | Popsci
