Bosch quiere mantener los incentivos al diésel, pero se plantea invertir 20.000 millones de euros para producir 200 GWh anuales de baterías en 2030
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Publicado: 15/12/2017 18:40
Hasta ahora, y a pesar de la reticencia de numerosas autoridades europeas y de altos ejecutivos de empresas del viejo continente, parecía que existía un consenso alrededor de los problemas de contaminación que llevan suponiendo los vehículos diésel durante décadas en las urbes de Europa.
Recientemente, Matthias Müller (máximo responsable del gigante automovilístico Volkswagen) sugirió al gobierno alemán que eliminara los incentivos fiscales para vehículos diésel que aún a día de hoy se mantienen en Alemania, a pesar de que se ha probado en numerosas ocasiones que son más peligrosos para la salud que los de gasolina. En su opinión ese dinero estaría mejor invertido en ayudas al coche eléctrico.
Sin embargo, Volkmar Denner, director ejecutivo de Bosch, ha declarado públicamente que está totalmente en contra de la eliminación de los incentivos al diésel. «Esa medida aceleraría un desarrollo que sería difícil de seguir para grandes sectores de la industria automotriz. La transición a la movilidad eléctrica requiere tiempo e inversión. Necesitaremos 10 años para gestionar todo el proceso de transformación y adaptación».
Conviene recordar que a día de hoy Bosch tiene a 80.000 personas trabajando en desarrollos relacionados con motores de combustión, de las cuales 50.000 están especializadas en el desarrollo de tecnologías asociadas al diésel.
Por si estas declaraciones no fueran lo suficientemente surrealistas, durante una entrevista ha continuado echando más leña al fuego:
«Con la tecnología disponible en la actualidad, un motor diésel puede alcanzar los mismos valores de emisiones en condiciones reales circulando por carreteras que en las pruebas de laboratorio. Sin el motor diésel, Alemania probablemente no logre sus objetivos climáticos de emisiones de CO2. Desafortunadamente, los hechos no parecen ser importantes en este debate. Encuentro eso molesto. Algunos de los participantes en este debate tienen poca experiencia y, a menudo, no tienen toda la información».
Nosotros no pretendemos saber más que el señor Denner, al cual le avalan décadas de trabajo en el sector. Sin embargo, encontramos hilarante y preocupante a partes iguales que diga que los motores diésel son la solución y no el problema para lograr los objetivos de reducción de emisiones.
Cuando le preguntan acerca de la inversión de Bosch en tecnología eléctrica, responde lo siguiente:
«No conozco ninguna otra compañía que esté trabajando en la movilidad eléctrica tanto como Bosch, abarcando desde bicicletas hasta camiones. Hemos invertido masivamente en ello durante años. En 2018 decidiremos si deberíamos comenzar a producir células de baterías.
Bosch es el líder de innovación en todos los campos en los que opera. Esta es una parte esencial de nuestra estrategia. Una posición líder en la producción de celdas para baterías significaría tener una participación en el mercado de aproximadamente un 20%. Suponemos que se necesitarán aproximadamente 1.000 GWh de baterías anuales para el año 2030.
Esto significa que tendríamos que desarrollar alrededor de 200 GWh de capacidad productiva para 2030, a un coste de aproximadamente 20.000 millones de euros. Aunque esta inversión no es un problema para Bosch a nivel financiero, es una decisión que debe considerarse cuidadosamente desde el punto de vista empresarial. Hay muchos riesgos involucrados.
En lo que respecta a la tecnología de las baterías, no tiene sentido que comencemos con la tecnología actual de todos modos. Estamos investigando la próxima generación de células de electrolito sólido. No nos dejaremos empujar por la competencia. Es importante tomarse el tiempo necesario para tomar una decisión tan importante.»
Estas declaraciones ponen de manifiesto el enorme problema que existe a día de hoy en Europa respecto a la tecnología diésel: grandes empresas de la talla de Bosch intentan retrasar todo lo posible la llegada de la movilidad eléctrica, alegando la necesidad de tiempo para adaptarse a los nuevos tiempos. Sin embargo, rivales japoneses, chinos y coreanos aprovechan esto para desmarcarse y adelantar por la derecha a la otora insuperable industria tecnológica europea.
Si esta situación se mantiene, cuando los grandes fabricantes europeos se quieran dar cuenta de su error será demasiado tarde: habrán sido superados por rivales del resto del mundo y su tecnología ya no será competitiva. Y todo por querer estirar todo lo posible el chicle que supone la tecnología actual.
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Fuente | Handelsblatt