Según Adriano Mones, presidente del clúster del vehículo eléctrico de España (AEDIVE) el despliegue de puntos de recarga para coches eléctricos en España está avanzando más rápido de lo que podríamos pensar, y que en la densidad de infraestructuras de recarga pública por vehículo en nuestro mercado está mejor situada que países tan potentes en movilidad eléctrica como son Alemania o Dinamarca.
Sin duda unas afirmaciones llamativas si echamos un vistazo a los mapas de despliegue de puntos de recarga, donde vemos como España todavía tiene grandes zonas en blanco, y que muchas estaciones todavía no están operativas necesitando meses o incluso años para hacerlo.
El presidente de AEDIVE ha aludido a los datos «los datos oficiales de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles y el European Alternative Fuels Observatory». Estos indican que mientras que España ha pasado de un ratio de 8 vehículos por punto de carga en 2019 a 11 en 2020, Alemania ha pasado de 6 a 13 (es decir, que el número de puntos de recarga no crece tan rápido como el de vehículos eléctricos vendidos) y Dinamarca de 9 a 18. España se encuentra también en mejor posición en ese sentido -ha dicho Mones- que otros mercados, como Croacia, Italia, Malta, Irlanda, República Checa y Bélgica.
Desde AEDIVE también han aprovechado para poner en valor «el trabajo que está haciendo el Gobierno en la búsqueda de recursos económicos que incentiven el sector». Unos recursos que para este 2021 deberían llegar a los 1.100 millones euros entre todas las actuaciones, pero que de momento no dejan de ser un proyecto pendiente de ser puesto en marcha. Algo que al igual que la activación de las infraestructuras de recarga, puede llevar meses.
Mientras tanto compradores y empresas instaladoras se mueven en un terreno pantanoso que mezcla falta de ayudas reales, limitaciones absurdas por la distribución por autonomías, que por ejemplo obliga en algunas como Galicia a que la empresa que quiera acceder a los fondos públicos tenga presencia física en la comunidad, con una indecisión a la hora de poner en funcionamiento mecanismos que en lugares como Alemania necesitaron pocas semanas para ser aprobados y puestos en marcha el pasado año. Algo que animó de forma definitiva las ventas de coches eléctricos, permitiendo a las marcas reducir algo el enorme impacto provocado por la pandemia.
Un mercado que en España puede vivir un auténtico boom si se ponen las administraciones a trabajar en mejorar el marco regulatorio, lo que permitirá crear miles de puestos de trabajo cualificado en la instalación y mantenimiento de dichas redes. Un factor socioeconómico clave en un momento crítico para muchas familias al que de momento las administraciones están dejando de lado con su eterna y compleja burocracia e indecisión.
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Vía | ER
