Hoy día los coches eléctricos siguen siendo más caros que sus equivalentes gasolina o diésel, aunque la distancia se sigue reduciendo. Uno de los componentes más caros son las baterías, que siguen bajando de precio en relación a sus características de capacidad, potencia que pueden dar o ritmo al que pueden cargar.
Pero más allá de esa obviedad, en el resto de parámetros van a salir más económicos que un equivalente térmico. Por eso suele decirse que, a largo plazo, el coste total de propiedad (TCO) es más bajo, con lo que se acaba limando o eliminando la diferencia de precio inicial por completo. Con el paso de los años y los kilómetros, acaba sucediendo.
Cuando llegue la esperada paridad en precios será cada vez menos interesante tener un coche que no sea eléctrico, al menos en la parte económica del asunto. Ahora bien, muchos pueden dudar si siempre será así. La pregunta a hacerse no es si son más baratos o no, sino cuánto más baratos son. ¿Qué pensáis que es más barato, circular con electricidad en 2021, o con gasolina en 1976 sin contar la inflación? He aquí la respuesta.
Veamos los motivos:
La electricidad es barata
Desde las crisis del petróleo de 1973 y 1979 el precio del crudo dejó de ser considerado como bajo, y el elemento en sí dejó de considerarse como inagotable. Ahí empezó la preocupación real y la electromovilidad se empezó a rescatar de la historia, pues tuvo un papel muy importante desde finales de 1890 a la década de 1910. En la década de los 90 esta tecnología se empezó a evolucionar más en serio.
Nuestra civilización y estilo de vida depende fundamentalmente de la electricidad y es un bien básico. Podemos quejarnos más o menos de lo que cuesta el recibo eléctrico, pero desde luego a la hora de mover vehículos la electricidad es barata en casi cualquier lugar del mundo, especialmente respecto a derivados del petróleo. Lo que sale caro es recargar rápidamente, porque eso tiene unos costes asociados que hay que repercutirlos de alguna forma.
Muchos consumidores habrán apreciado que su recibo tiene más que ver con los impuestos y costes políticos de la parte fija que con el consumo, la parte variable. Además, el coste de la electricidad tiene mucho que ver con la fuente de generación, las fuentes fósiles son las más caras, las renovables las más baratas.
Son muy eficientes a nivel energético
Los coches eléctricos no están condicionados por las pérdidas inherentes a los motores de combustión interna, que normalmente desperdician más del 60% del combustible en generar calor, vibraciones y producir contaminación inútil. Y eso hablando de los más modernos… En cambio, un motor eléctrico aprovecha más del 90% de la energía que le llega por los cables.
Al tener un rendimiento muy superior, utilizan menos energía para realizar el mismo trabajo. Por eso, el consumo típico de un coche eléctrico se puede comparar con 1 a 3 l/100 km de gasolina o gasóleo, cifras que en un térmico solo se pueden conseguir con todo a favor, conductor experto, y a rebufo de los camiones.
Incluso en los peores casos, que son alta velocidad, abuso de aceleraciones fuertes o remolcando, son más eficientes que cualquier equivalente térmico que haga el mismo esfuerzo. Tienen muchas menos piezas móviles, y aunque siempre hay algún tipo de pérdida, en los eléctricos son casi irrelevantes. De hecho, no hay motores más simples que los eléctricos.
Diferencias impositivas
A lo largo del tiempo, el petróleo se ha ido convirtiendo en una excusa para recaudar impuestos, dadas sus externalidades negativas: contaminación, contribución al cambio climático, etc. Por eso pagamos más del 50% de impuestos por cada litro, y eso que en España no hay una presión fiscal muy alta en relación a nuestros vecinos.
El coste por litro de la gasolina o el gasóleo solo es muy barato en países productores y con una política impositiva muy baja. Son más baratos los combustibles destinados a calefacción, agricultura, etc. Con la electricidad no pasa eso, no se pagan más impuestos en función de si estamos alimentando un horno, una Playstation o un coche eléctrico.
Sí, existe un miedo a medio y largo plazo de que «se inventen algo» para tarificar la electricidad más cara si se usa para alimentar un vehículo. Para entonces, seguramente el petróleo fósil tiene un precio aún más alto por mayor carga de impuestos, o porque la producción de combustibles sintéticos resulta insuficiente. De lo malo que puede pasar en ese sentido, parece un mal menor incluso a futuro.
Necesidades de mantenimiento reducidas
Los coches convencionales tienen multitud de piezas que requieren mantenimiento y están sometidas a grandes esfuerzos con el tiempo, puede ser mantenimiento correctivo (algo que se ha roto) o preventivo (hay sustitución o relleno anes de que se rompa algo). En los coches eléctricos las necesidades de mantenimiento de baterías y motor tienden a cero.
Cuando un vehículo eléctrico va a taller, se comprueban neumáticos, pastillas, discos y líquido de freno, refrigerante, sistema de aire acondicionado, suspensión o nivel del líquido del limpiaparabrisas. La salud de la cadena cinemática se puede comprobar con una simple diagnosis electrónica, y salvo que haya algún código de avería, no hay que hacer nada.
El mantenimiento de un smart, Citroën, Audi o Tesla eléctricos sigue siendo más económico que el de un térmico equivalente. Hace falta menos mano de obra (aunque porcentualmente es más) y menos recambios. En cuanto a la sustitución de las baterías, depende de muchos factores, pero no es cierto que cada vehículo eléctrico vaya a necesitar sí o sí baterías nuevas.
No hacen falta tantos intermediarios
La electricidad prescinde de muchos procesos manuales, como mandar camioneros a mover el combustible de un lugar a otro, el proceso de repostado -peses a que ya nos hemos acostumbrado a echar nosotros- o incluso el de cobro. Es mucho más digitalizable y automatizable, así que reducimos intermediarios, lo que se traduce también en ahorro.
Obviamente hay algún intermediario, y de hecho se crean algunos nuevos. Se introduce la figura del gestor de carga, de las asistencias en carretera que puedan dar una recarga rápida para salir de un apuro, camiones con baterías para recargar varios vehículos en un evento puntualmente, instaladores o los servicios digitales que los fabricantes nos venden «por nuestro bien».
En cuanto a los costes eléctricos, siguen dependiendo del exterior cuando se usan fuentes de energía que nos son ajenas, fundamentalmente las fósiles. En el supuesto de que España tuviese cubiertas las necesidades energéticas solo con fuentes renovables, no solo nos daría igual la crisis energética actual, es que podríamos vender los excedentes a Portugal, Marruecos o Francia, y hacer buena caja con ello.
La electricidad reemplazará al petróleo, como este reemplazó al caballo
La era del petróleo va a ser en la historia exactamente igual que una cerilla en mitad de la oscuridad. Se conoce desde hace siglos -petróleo viene del latín petra oleum, aceite de piedra- pero se empezó a usar a lo bestia durante el Siglo XX. Esta fuente de energía reemplazó a los caballos, en parte al carbón/vapor, a los grandes barcos veleros, y a los mismos vehículos eléctricos que había en el amanecer del automóvil.
Pero en tanto es un recurso finito, ya tiene fecha de caducidad. En realidad, el petróleo no se va a agotar porque deja de merecer la pena extraer un barril de petróleo cuando hay que consumir la energía de otro barril de petróleo para ello. Y las reservas probadas no llegaremos a agotarlas porque simplemente iremos dejando de usarlo. Los combustibles sintéticos se irán abriendo paso como una solución intermedia que puede durar mucho tiempo. A fin de cuentas, el carbón y el caballo no se abandonaron del todo, pero ya me entendéis.
Todo esto me recuerda a un anuncio en el que todos los electrodomésticos funcionaban a gasolina: lavadora, batidora, aspiradora, cepillo de dientes, cortacésped… todo con motores pequeñitos de dos tiempos echando humo. Sería lo más parecido a vivir en el infierno. Dado que el ser humano ya tiene una de las máquinas más eficientes disponible -el motor eléctrico- y el electromagnetismo bastante controlado, vamos a evolucionar un poco, que es lo que toca.