La situación del transporte por carretera puede cambiar sustancialmente a lo largo de la década, si cristaliza el proyecto que pondrán en común Air Liquide y Redexis, DESIRE H2. Actualmente la red de infraestructura de repostaje de hidrógeno es muy precaria en España, una estación de servicio «abierta al público» (siempre que lo autorice Toyota) en Madrid y otras cuatro privadas.
Ambas empresas se van a poner a analizar un proyecto de despliegue de hasta 100 estaciones de repostaje o hidrolineras, pensada fundamentalmente para el transporte pesado. La ubicación de los surtidores se pensará sobre todo para Madrid y Barcelona, así como los corredores de transporte Mediterráneo y Atlántico para conectar el país con nuestros vecinos europeos.
El despliegue se hará a lo largo de esta década, culminando en 2030 con 100 estaciones de repostaje. Air Liquide aporta su experiencia y saber hacer en la cadena de valor del hidrógeno durante 50 años, y abarca producirlo, almacenarlo, distribuirlo, y ofrecer repostajes del mismo. La empresa ya cuenta con capacidad para producir hidrógeno sin emisiones, que es lo que afirma en este vídeo corporativo:
Redexis, por su parte, colabora con su capacidad para el desarrollo de infraestructuras de repostaje de gas en vehículos. El proyecto conjunto DESIRE H2 se ha presentado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Participa en el mecanismo IPCEI (Proyectos importantes de interés común europeo) y forma parte de la cartera de proyectos de ECH2A (Alianza europea para el hidrógeno limpio).
Recientemente tuvimos conocimiento de otra iniciativa para producir y suministrar hidrógeno en España, pero a una escala más modesta: SHiE abrirá una hidrolinera en Aragón, la primera abierta al público de España. La red que desplieguen Air Liquide y Redexis permitirá que el España puedan circular camiones de pila de combustible de hidrógeno y algún que otro autobús. Las empresas no han aclarado cuál será el origen del hidrógeno que se sirva en España.
Los objetivos del proyecto son favorecer la llegada de estos vehículos a nuestras carreteras, aportar una solución sostenible al sector del transporte que reduzca los costes y su huella de carbono. De momento la oferta comercial de este tipo de vehículos es muy escasa, pero la industria del camión le ve viabilidad, al menos para una buena parte de los fabricantes afincados en Europa.
