Los fabricantes japoneses han sido de toda la vida reacios a usar grandes cilindradas, pero las excepciones como el 5.0 V8 de Toyota confirman la norma. Este motor está prácticamente proscrito en Europa por emisiones de CO2 -ningún V8 tiene vocación de monja- pero sigue ofreciéndose en otros mercados para los Lexus LC 500, IS 500, IS F, RC F y GS F. En otras palabras, los Lexus «pata negra», además del Toyota Hilux de carreras.
En el camino hacia la descarbonización varios fabricantes japoneses consideran que, para aplicaciones concretas, merece la pena mantener viva la combustión interna reemplazando la gasolina por el hidrógeno, como en los motores V8 de altas prestaciones o motocicletas de cilindradas tirando a grandes -sin entrar en exageraciones como la Triumph Rocket-.
Actualmente Toyota y Yamaha están trabajando en cambiar la dieta de gasolina a hidrógeno para el motor 5.0 de ocho cilindros en V. Toyota ya nos ha mostrado sus intenciones al respecto con el 1.6 tricilíndrico para el Corolla de resistencia y un prototipo del GR Yaris, pues ahora con motores de pucheros grandes. Se pretenden mantener los atributos inherentes a los motores V8 que son inimitables con motores eléctricos.
Y eso no es óbice para que Lexus acaba electrificando su gama, de hecho, ya tenemos varias declaraciones de intenciones acerca de una futura gama de modelos con motores eléctricos y baterías. El hidrógeno se contempla como alternativa no solo para pilas de combustible de hidrógeno, también para ciertos motores de combustión. Las emisiones de carbono se suprimen sin electrificar, aunque hay un mínimo de emisiones por NOx, hidrocarburos y partículas porque no dejan de gastar cantidades pequeñas de aceite y comprimir mucho aire caliente.
Los motores V8 tienen un gran equilibrio mecánico, siempre hay dos cilindros haciendo trabajo el mismo tiempo, y son únicos por su nota de escape y comportamiento de motor cabreado. Por eso son tan populares tanto en cilindradas «pequeñas», como en Ferrari, como en las enormes de los fabricantes estadounidenses. Los V8 siempre tendrán su público, aunque devoren el combustible, tributen más y sean caros de mantener.
Yamaha es un buen socio para ello porque ya han trabajado antes juntos. El ultra exclusivo Lexus LFA se hizo en colaboración con Yamaha, conocido también por sus excelentes pianos -de acústica saben lo suyo-, al dar vida al motor 4.8 V10 del superdeportivo y su sistema de escape. Además, Yamaha también ha diseñado la admisión, árboles de levas y válvulas de titanio del 5.0 V8, codificado como 2UR-GSE.
En otras palabras, si Yamaha se mete en el ajo con hidrógeno no solo será un motor V8 agradable por sus características de aceleración, par, potencia… también tendrá un sonido único. Nos pongamos como nos pongamos, ningún coche eléctrico podrá acercarse a algo así, aunque pueden ser competitivos en aceleración, par y potencia, no obstante con unas maneras muy diferentes a la hora de entregarlas.
Vía | Autocar