Los pecados de Europa con la llegada de las inversiones chinas, ¿quién tiene el verdadero control?
La situación que vive la industria europea es delicada y la llegada de las firmas chinas al mercado automovilístico y su control sobre determinados sectores críticos pone aún más en riesgo el futuro de nuestra región.
Europa se enfrenta a un desafío, un desafío verde marcado por el de la reducción de las emisiones globales, la descarbonización de la sociedad y hacer de las ciudades un lugar con el aire más limpio. En definitiva, llevar a cabo el llamado Pacto Verde Europeo para alcanzar la neutralidad climática o equilibrio de cero emisiones netas para 2050. La situación en los últimos años, no obstante, es cuanto menos delicada, ya que en sectores como el del automóvil, una de las principales cadenas de la industria y la economía europeas, la amenaza china es más que evidente.
«¿Es demasiado tarde?», se pregunta la organización Transport&Environment (T&E). Una pregunta que nos hacemos todos cuando vemos que los fabricantes chinos de coches eléctricos están llegando a Europa a un ritmo vertiginoso y cómo estos están controlando prácticamente la cadena de producción a nivel mundial, especialmente en el apartado de las baterías.
Si analizamos la situación mundial, China tiene una posición dominante en este sentido, mientras que la Ley IRA de la anterior legislatura de Joe Biden en Estados Unidos supuso un impulso para el gigante norteamericano (aunque ahora esté en duda con el regreso de Donald Trump). La Unión Europea es la tercera pata de la economía mundial, pero parece que está muy rezagada respecto a los otros dos grandes mercados. «La UE se ha obsesionado con minimizar las distorsiones internas en el mercado único, mientras que China y los EE.UU. se han obsesionado con maximizar las distorsiones externas con el resto del mundo, incluida Europa», aseguran los analistas de T&E.
A pesar de contar con 450 millones consumidores en toda la región, Europa parece perdida y no encuentra el rumbo para aprovechar todo el potencial. Recientemente intentaron protegerse imponiendo aranceles a la llegada de coches eléctricos chinos, concediendo nuevas ayudas a la producción de hidrógeno verde y de baterías, medidas positivas para el sector. Pero por otro lado, en 2025 se condenará a los fabricantes de coches a pagar millonarias multas por incumplir unos estrictos límites de emisiones de CO2.
Europa cede el control de sectores críticos
El problema principal, según T&E, es que Europa está perdiendo el control en sectores tan críticos como es el de las tecnologías limpias, y pone como ejemplo a gigantes como CATL, LG, Samsung… Sus inversiones en Europa son verdaderamente importantes, pero estas «han estado bajo control extranjero total, con poco o ningún efecto indirecto en términos de cadena de suministro, propiedad intelectual o habilidades».
Las cuantiosas ayudas millonarias que han recibido estas firmas no se están traduciendo en un verdadero beneficio para Europa, y sirva como ejemplo la aportación de 300 millones de euros por parte de España para la creación de una planta de baterías CATL en Zaragoza. Para aprovechar la ocasión y no quedarse atrás, desde Transport&Environment aportan tres ideas fundamentales que debería seguir Europa en los próximos años.
La primera es más que una evidencia, y tiene que ver con la lenta burocracia que nos encontramos a la hora de hablar de las ayudas públicas. El ejemplo de España con el Plan MOVES III es solo una pequeña parte del problema: «no es que no gastemos, cientos de miles de millones de dólares se han destinado, con razón, a la implementación y utilización de energías renovables. En comparación, las ayudas estatales a la fabricación de tecnologías limpias han sido históricamente pequeñas y no han funcionado».
T&E reclama una profunda reforma de las ayudas estatales a la fabricación de esta tecnología verde, que implica también coches eléctricos y baterías. Son muchas las actuales directrices en Europa, «genéricas, vagas e incluso contradictorias». Europa necesita normas claras, con un apoyo basado en los resultados y no en proyectos, y sobre todo, condicionadas al uso de cadenas de suministro y control locales.
«Se pueden limitar los importes totales por empresa para dar a las empresas emergentes un margen de maniobra libre. Esto copia gran parte del enfoque de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, pero con algunas mejoras. En los últimos acuerdos entre CATL y los fabricantes de automóviles estadounidenses, estas invierten en instalaciones y utilizan equipos de CATL, pero conservan el control total».
Comprar y proteger Europa son las otras dos ideas que se necesitan en el Viejo Continente. Por un lado, y en línea de lo que hablábamos del MOVES, se necesitan «reglas claras» que los gobiernos respeten a la hora de conceder sus incentivos. T&E pone como ejemplo a Francia y su ‘bono ecológico’, cuyas ayudas favorecían a coches eléctricos con un predominante factor de producción local. Y también se debe aportar una nueva reglamentación para flotas corporativas.
Son ideas que se llevan discutiendo muchos años, como el de los aranceles, que han llegado ahora de forma adicional a la exportación de los coches eléctricos chinos. ¿Qué pasa con los híbridos enchufables? ¿O con las baterías? «Es inevitable que también se investiguen las baterías y otras tecnologías limpias que se quieren importar a Europa. Los aranceles aumentan la capacidad de localización de la producción, pero no mejoran la posición exportadora de las empresas europeas, solo las protegen de las importaciones».