
Renault se guarda un as en la manga con los futuros Mégane y Scénic, ¿vuelta a los motores híbridos?
Renault es una de las compañías que más está apostando por la electrificación, pero todavía se guarda las cartas de los motores térmicos para sobrellevar la transición de aquí al 2035. La próxima generación de sus compactos estrellas son la mejor muestra de ello.

Es curioso analizar cómo han transcurrido los hechos en los últimos tiempos. Hubo un momento en el que las plataformas de los coches con motores de combustión se intentaron adaptar para instalar también motores eléctricos, y los “inventos” tampoco fueron muy buenos. Muchas marcas pasaron a desarrollar entonces plataformas exclusivamente eléctricas, lo que dio de sí vehículos mucho mejor preparados para su cometido.
Sin embargo, visto que la apuesta todo al eléctrico era demasiado arriesgado, ahora los fabricantes están desarrollando plataformas multienergía, donde el eléctrico sea el principal protagonista pero que se dé pie a que lleguen también variantes híbridas de todo tipo. Stellantis ha sido un ejemplo con sus arquitecturas STLA y también Renault, cuyo futuro a medio plazo seguirá pensando en este concepto de multienergía.

La marca del rombo ha estado trabajando estos últimos años, entre otras cosas, en sacar adelante una plataforma para sus modelos eléctricos más pequeños. Fruto de su “Renaulution”, hemos conocido en estos años los nuevos R5, R4 y, de forma muy reciente, el Twingo. Todo ello, después de que Mégane y Scénic tomasen el protagonismo de la gama compacta. Estos dos modelos se venden exclusivamente en eléctrico en sus actuales generaciones, estando el primero de ellos a punto de recibir una interesante actualización.
Sin embargo, Renault mira más allá, a finales de década, cuando deberían llegar los sustitutos de estos modelos: Mégane, que data del 2022, y Scénic, del 2024, deberían ser los primeros que puedan llegar sobre una evolucionada plataforma multienergía basada en la actual CMF-EV de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Como decíamos, tanto Mégane como Scénic conservarán sus versiones eléctricas, ya que esta arquitectura, que debería dar el salto a los 800 voltios, está pensada con esta finalidad. Pero no se quedará ahí.
El director de Renault, Fabrice Cambolive, comentó recientemente que si las ventas de coches eléctricos no alcanzan los resultados esperados, «tal vez se pueda completar ese ritmo con algunas extensiones, y en eso estamos trabajando». Se refiere, en este caso, a nuevas versiones híbridas enchufables y/o con extensor de autonomía. Sería, pues, el regreso de estos dos modelos emblemáticos de Renault a los motores de combustión.

En ambos casos, la mecánica térmica tendría la finalidad exclusiva de generar energía para las baterías, y nunca la de impulsar las ruedas de ambos modelos, como antaño. Renault podría optar por un sistema híbrido como el e-Power de Nissan, además de aprovecharse de todos los desarrollos tecnológicos que están realizando Ampere y Horse, su fabricante de sistemas de propulsión, de propiedad conjunta con Geely. Sería una forma también de ayudar a que los conductores se familiaricen con los sistemas de propulsión eléctricos, en vistas de lo que suceda en la fecha 2035 en Europa.
El CEO del Grupo Renault, François Provost, confirmó las intenciones de la marca en sus segmentos superiores y continuar con su «misión de dominar el segmento C, y especialmente para crecer en el norte de Europa». Como ya os hemos comentado recientemente, Renault sigue trabajando para reducir los tiempos de desarrollo de sus coches y los costes, como ha demostrado con el Twingo de última generación. Además, la llegada de una nueva generación de coches E-Cars a Europa, podría servir de revulsivo para reducirlos todavía más.
Fuente | Autocar


